diciembre 06, 2011

Deseo -Prólogo: La piedra de los deseos


Prologo: La piedra de los deseos

Sudor muy frío corría por mi espalda, sentía nauseas y toda mi energía estaba en evitar que mis piernas temblaran pero ahí estaba, más lejos de lo que nunca había llegado, más lejos de lo que yo me creía capaz de llegar: Era una declaración a viva voz hacía la persona de la que me había enamorado o, entrando en una narración más romántica, de la persona a la que amaba.

“Verás, decidí citarte aquí para pedirte que…” Dude un poco mientras miraba su cara, no mostraba expresión alguna pero aún así me parecía hermosa. Ella tenía una tez clara y sus ojos eran café claro, su nariz era fina y pequeña, además de que su boca era igual de pequeña con labios bastante finos.

“Bueno, más bien quería preguntarte que…” baje la mirada e intente concentrarme mientras que ella se cruzaba de brazos ¿la estaba desesperando? No podía saberlo así que debía actuar rápido.

“Me gustaría saber si tu quisieras que…” Me mordí la lengua y fue un milagro que esta no sangrara, me había imaginado tantas veces en este momento y nunca pensé que fuera tan difícil, escuche un suspiro y, al ser solo 2 personas en este lugar sabía que era de ella.

—¿Quieres que salga contigo?
preguntó mientras una sonrisa se reflejaba en su rostro ¿se estaba burlando de mí?

"Si, sí, eso" respondí. Me sentía como un perdedor.

—Acepto —contestó ella sin dudarlo, se veía segura— Has sido un muy buen amigo y me gustaría intentar dar un paso más contigo —especificó. Yo sentí que quería llorar de la emoción.

“Entonces…”aún no pasaban mis nervios, nunca fui del tipo hablador; es más, nunca fui del tipo que buscara una relación amorosa.

—Ahora, si me disculpas, tengo que irme —explicó y salió por la puerta de salida de nuestra escuela, yo me quede ahí parado mientras me calmaba y salí después de un rato.

Un estudiante común habría ido directo a su casa a comer con su familia pero yo no tenía familia así que debía matar el tiempo en otra parte, mi parte favorita para comer comida comprada era una especie de roca que, según cuenta una leyenda urbana, puede concederte deseos si los deseas con el corazón. Tal vez por ello pocos deseos se cumplían, es difícil desear algo con un órgano que solo sirve para bombear sangre.

Como es notable, no soy una persona para nada romántica ni habladora, soy más del tipo que se mantiene con un estrecho número de amigos y su actitud le acarrea más enemigos que amigos, varias veces había usado mis puños para defenderme.

Mi complexión era delgada y destacaba por mi altura, mi tez era morena y mi cabello estaba muy descuidado al igual que toda mi imagen, no veía mucho sentido a cuidarla.

Al fin llegué a la piedra con un sándwich comprado en una tienda barata y me senté de espaldas contra esa dura roca de los deseos, cerré los ojos con el conocimiento de que nadie me veía y di una mordida a mi alimento mientras destapaba una botella de refresco.
Deseaba que alguien me dijera que no era un sueño lo que había sucedido y tenía razón, era algo peor que un sueño: una pesadilla. No, más bien como la parte más oscura de una historia, cuando el héroe de las historietas es más golpeando por el villano o cuando los guerreros atacarán la base del malo y hay pistas de que alguien iba a morir.

A pesar de todo, no me arrepiento de lo que hice, así conseguí amor y, tal vez, salve a alguien de la autodestrucción.

1 comentario:

  1. Hay algo en general que me gusta de tus letras, tienen humor. No hablo con monoculo en mano de que color o genero es, sino a que hay cosas que piensan los protagonistas o hechos que acontecen en su entorno que hacen que me de mucha risa. Y eso le aporta realismo y magia a la vez.

    Porque asi de cagada es a veces la vida.

    Note dos que tres, no diria errores, sino mas bien falta de pericia al escribir, pero como dijiste, ese es el toque del momento y lo que le dio vida a esta historia.

    Me agrada el final del prologo, te engancha, de eso se tratan esas mamadas, de atrapar y querer leer mas.

    A lo que sigue...

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