enero 29, 2013

Prólogo: Encuentros -Simplemente


Prologo: Encuentros.

Se le había hecho tarde para llegar a la universidad. Pasaban más de las siete con diez minutos de la mañana, era demasiado tarde, pero aun así todavía estaba a tiempo para poder pasar asistencia a su materia de primera hora y poder estar en paz un tiempo con el profesor que la impartía.

La Ciudad de México era conocida por todo el ajetreo que se genera en ella a las primeras horas de la mañana por la entrega de los niños a sus respectivas escuelas (ya fuera a sus guarderías, primarias, secundarias o incluso algunos vagos de preparatoria o bachillerato) y también por ser la hora idónea para que se armara el trafico denso por culpa de las personas que usaban siempre la misma ruta para ir a sus trabajos.

Se le había hecho tarde por que se había metido a bañar, pero antes que todo eso por que había desayunado algo más complejo que un simple pedazo de pan con jamón. Se había tardado demasiado preparándose la comida de la tarde, por que a pesar de que vivía con su madre, nunca estaba ella en casa, por lo tanto, tenia alguien mas que hacerse cargo de la comida, y ese alguien siempre era el.

También se le había hecho tarde por que fue irresponsable y se quedo ensayando  hasta muy tarde en su bajo eléctrico (eso si, con sus audífonos para no perturbar el sueño de su madre) la nueva canción que estaba “covereando” su banda: “Simplemente” de la Maskatesta.
El siempre procuraba ser un chico responsable la mayoría de las veces que podía, pero simplemente, había momentos en que el retornaba a su edad real, dieciocho años  y se comportaba como todos los jóvenes de esa edad: inmaduro, irresponsable, irreverente.

Ya era tarde, pero no había problema, ya estaba delante de la puerta que daba a su colegio. Era una escuela particular por que estaba cerca de su casa (a veinte minutos andando a pie) y además ahí estaba la carrera que le daría de comer cada día de su vida adulta de ahí en adelante: psicología.

Llevaba dos semestres apenas en la carera, pero aun así sabia que no estaba equivocado de camino. Una vez que acabara la carrera, se enfocaría al área de psiquiatría y así podría analizar mas a fondo a los pacientes y además recetarles medicamentos (o drogas) para ayudarlos aun mas a dar el paso decisivo en el cambio de sus vidas o de alguna conducta.

Corrió lo mas rápido que podía pero noto que estaría esperando un buen rato por una razón: los niños y niñas de secundaria estaban haciendo “bola” en la entrada y entorpecerían (si no es que hasta detendrían) su paso…No había manera de esquivarlos…al menos no hasta que vio un pequeño espacio entre todos los menores y decido irse sobre de ese espacio a toda marcha antes de que desapareciera entre el mar de pequeños chicos…

Ya tenía más de cinco minutos esperando a que la dejaran pasar. Ciertamente se le había hecho tarde a su padre por quererla pasar dejar hasta la puerta de la escuela. Lo cierto es que para estar viviendo a solo dos calles de la escuela sus padres (en especial su padre) hacían mucho revuelo para dejarla ir tranquila, aun así, ella estaba feliz de pasar tiempo con su papá, aunque eso costara tener que llegar tarde a su primera materia del día.

El problema de tener catorce años en la ciudad, es que no muchas personas te toman enserio, ni aunque llevaras a cuestas tu mochila y además una maqueta de una ciudad (para la clase de geografía) con su volcán y todas las demás maravillas incluidas…ni si quiera los que cuidaban la entrada de alumnos parecían prestar atención a que entre tanta gente, la maqueta de ella podía correr riesgo…

De repente sus demás compañeros abrieron un espacio para poder pasar. Ella lo vio y no dudo ni un instante en pasarse por ahí para poder librarse del temor de que le destruyeran la maqueta que con tanto esfuerzo y esmero hizo por cinco días con ayuda de su madre y su padre, mas que la calificación, ella estaba salvaguardando el trabajo en equipo que había hecho con su familia, así que quería mostrarlo altiva y orgullosa a toda su clase…y ese pequeño espacio era su oportunidad para hacerlo…

Él tenia mucha prisa, no podía darse el lujo de faltar a la materia de estadística por que si veían nuevos temas o explicaciones extras probablemente se perdería en el limbo de la ignorancia por no saber como aplicar alguna prueba, debía darse prisa…

Y entonces paso.

No pudo mirar que en su camino una niña de secundaria, con su gran maqueta de una ciudad con un volcán (“¿hay ciudades con volcanes a sus faldas?” pensó el cuando chocaba con ella) en sus manos se le atravesó en el camino. Hubo un gran choque. Por no fijarse bien en lo que hacia, el chico choco contra ella, haciendo que su pecho impactara en la nuca de la pequeña y se fuera de lleno contra el piso.

El no tenia los mejores reflejos de los estudiantes de psicología, sin embargo, tenia lo necesario para agarrar con una mano a la niña y atraerla a su pecho (esta vez para sostenerla) y con la otra como pudo trato de salvar la maqueta…que al final de cuentas termino cayendo peor al menos mirando arriba….no se había estropeado demasiado.

Fue hasta ese momento que se abrió un verdadero espacio de paso alrededor de los dos. El chico soltó con sutileza la cabeza de la niña (la había agarrado de la frente así que hasta le había tapado los ojos) y entonces se hizo un poco a un lado, no tenia tiempo para ayudarla a recoger sus cosas…aunque había sido su culpa, así que respiro hondo y se agacho…

Pero la maqueta estaba hecha un desastre, estaba toda revuelta y el volcán hecho con plastilina y algunos pedazos de cartón se había salido de su base, estaba perdido el volcán. ¡Y era la parte importante del trabajo!

Apenado a más no poder, el chico con más presteza se dispuso a recoger los pedazos de la maqueta. Arbolitos de plástico tirados por allá, un perro que había sido pisado por otro niño, un par de casitas fuera de su lugar y un volcán de plastilina que ya mas bien precia una especie de derrumbe de montaña.
Mientras seguía recogiendo la maqueta, pudo ver como una lagrima cayo sobre su mano mientras tomaba una casita mas y entonces (solo hasta ese momento) volteo a ver a la niña….

No había más que hacer. Su trabajo y el de sus padres estaba echado a perder. Todo por uno de esos tontos universitarios que creían que por que eran mayores ya podían hacer lo que quisieran con los demás. Para ella era una prueba mas de que la gente entre mas rápido crecía se olvidaba de que también fueron niños, y sobre todo, de lo fácil que era hacer llorar a una niña de apenas catorce años de edad…

Mira…discúlpame no quería hacer esto yo…  —el universitario titubeaba, no le gustaba hacer llorar a los demás—Horita lo recojo todo y te ayudo a componerla.
Mi maqueta ya no sirve—Dijo conteniendo los sollozos—mi maqueta…
 Mira…no lo hice a propósito niña —se estaba poniendo nervioso —. No es como si lo hubiera hecho por que me guste molestar niñitas…
 Eres un tonto—Dijo ella con lágrimas de tristeza y voz de ira— ahora mi trabajo…
 No mira yo…

La situación ya se estaba poniendo demasiado tensa. El no era bueno para disculparse (ni para tratar con gente herida en general) y en ese momento estaba bajo la mirada inquisidora de todos los que aun seguían en la puerta (y en vez de ayudarle, solo le miraban feo). Tenia ganas de que un rayo cayera del cielo y lo eliminara de la faz de la tierra en ese momento, no por la pena, si no por que no sabia que hacer en ese momento…pero parecía que no estaba destinado a hundirse en ese momento.

Detrás de la pequeña niña un par de manos de tono moreno, se posaron delgadas y delicadas sobre sus hombros, a la par de que la dueña de esas manos rodeo a la niña, se agacho para verla a los ojos y le dijo:

 No te preocupes amiguita. Entre este patán y yo vamos a dejar tú maqueta como nueva— dijo sonriendo ampliamente—eso te lo prometo.

La voz de aquella chica era relajante y con un tono casi musical.

Las dos féminas se quedaron mirando unos instantes.

La chica morena tendría dieciocho años también; de pelo negro lacio largo que le escurría como una cascada por los hombres descubiertos, llevaba una playera blanca de manga corta entallada que hacia resaltar sus senos, un pantalón de mezclilla deslavado a la cadera que dejaba ver sus caderas, un par de hoyuelos en su espalda baja y su abdomen casi plano…ella le seguía sonriendo a la niña con sus ojos avellana algo rasgados semi cerrados, su perlada sonrisa bailando en sus labios finos pero carnosos y unos mechones de cabello juguetones en su frente…

La niña de secundaria la miraba incrédula. Sus ojitos verdes estaban posados en toda la chica que estaba tratando de consolarla, su blanco rostro estaba rojo (incluso las pecas) por el coraje que había pasado hacia unos momentos, pero su pequeña nariz respingada indicaba que ya estaba mas tranquila por su respiración y en su boquita pequeña y delgada se dibujo una sonrisa. Al asentirle a la morena mayor su pelo lacio corto se sacudió con candidez de arriba abajo haciendo que brillara aun mas rubio por la luz del sol.

 Muy bien pequeñita —Dijo sonriendo la morena con ternura—, ahora —Se alzo y puso una palma sobre la cabeza de la niña—. Deja que este babotas y yo arreglemos tu maqueta, mientras espéranos en una de las bancas de las jardineras, ¿quieres?
 Si  Dijo sonriendo nuevamente— ¡Esta bien!
 Muy bien, ahora anda y espéranos. —Su sonrisa se volvió en una mueca de desaprobación al mirar al chico apenado en el suelo—Tu siempre te las arreglas para hacer mal las cosas, ¿No es así?
 No es como si yo lo hiciera por joderle la vida al universo entero….
 Ya mejor no digas nada Damián —Dijo la chica mientras se ponía en cuclillas y recogía con él —. De veras que si no llego yo seguro le das una cachetada a la niña y sales huyendo…
 ¡Sabes que no soy capaz de eso!—Dijo indignado—Si lo sabes… ¿verdad?
 Vaya…--La chica sonrió con dulzura—Claro que lo se Damián es solo que….deberías ser mas cortes con la gente que te rodea…
 Me disculpe con ella por si no te diste cuenta…
 Seguramente por eso estaba mirándote con cara de odio —Al decir eso se levanto y se acomodo la mochila que llevaba en hombros—. Anda ahora trae la maqueta y vayamos con la niña para arreglarla con ella…
  ¡Vamos a llegar tarde a la clase de estadística Beatriz!
 Damián…  la chica volteo a verlo con cara burlesca—. Ya íbamos tarde de por si. Así que trae ese manojo de Rastas hasta acá y ayúdame a consolar a la niñita que tu pasaste a joder este mañana…
 Está bien mamá —Dijo a regañadientes el joven—. Ahí voy…
 Así me gusta Mijo –Dijo la chica con tono sarcástico—. Así que andando.

Los dos se pusieron como pudieron a arreglar el trabajo, que un chico de Rastas llamado “Damián” había arruinado por la imprudencia de no haber podido madrugar aun mas, y querer compensar esa falta con la velocidad de sus piernas.

La niña de secundaria miraba con más tranquilidad a los dos universitarios que estaban ahí ayudándola a resolver aquel triste problema en el que se habían visto mezclados. El chico le desagradaba rotundamente, su pelo de delincuente no le gustaba y su cara de que estaba siendo forzado a ayudar le hacia enojar aun mas…después de todo ¡El tenia la culpa de todo eso!
Por otro lado la chica morena le caía bien. Ella se había mostrado mas que amable, accesible en ayudarla a el y a su amigo y lo estaba haciendo con una sonrisa y con bastante calma, podía notar que existía un gran contraste entre ambos universitarios.

Vaya que ambos eran muy diferentes.

Después de un par de minutos, varios gruñidos del sujeto y varias órdenes de la chica: la maqueta estaba terminada y como nueva.

—Ya esta —dijo con alegría la chica morena que respondía al nombre de Beatriz—. Nos quedo bastante bien —dijo con orgullo—, ni siquiera parece que algún tonto la hubiese tirado —al acabar de hablar cruzo los brazos sobre el busto y miro de reojo a su amigo, molesta—. Damián…
—Discúlpame por haberte causado tantos inconvenientes —dijo claramente a la fuerza—. No se volverá a repetir… al menos no contigo —lo último lo susurro.
—¡Damián! —le riño su amiga.
—Jamás en la vida ocurrirá de nuevo —dijo veloz el chico, temiendo la furia de su amiga.
—¿Te sientes mejor peque? —le cuestiono con ternura la muchacha.
—Sí, quedo muy bien, como si no le hubiese sucedido nada —al decirlo ella noto el entusiasmo en su voz, realmente le agradaba esa chica. Incluso pasaba por alto que le hablara de una manera tan familiar y tan infantil, viniendo de ella era como sentir el amor de su madre—. Muchas gracias… ¿Beatriz?
—Ese es mi nombre —dijo ella sonriendo de oreja a oreja mientras se señalaba con el dedo gordo de su mano derecha—. Pero, también agradécele a este cuate —con agilidad lo sujeto del cuello y lo acero, a su lado—, se que él nos metió a todos en este lio pero… 
—No era necesario que te detuvieras a ayudarme —dijo molesto y con la cara roja de vergüenza.
—Oye, relájate. Soy tú amiga y eso es lo que hacemos —le dio un empujón de juego y le pego en el hombro.
—Gracias a ambos —dijo un poco a la fuerza la jovencita.
—Venga no puede ser que los dos tengan ese carácter huraño —la morena dio un hondo suspiro al tiempo que se encogía de hombros y recobraba la sonrisa—. Bueno, somos estudiantes de psicología. Si alguna vez necesitas algo, búscanos allá —al decirlo señalo un edificio que estaba tras ella—.  Y pregunta por Damián Quiroz —al decirlo el chico estuvo a punto de negarse, pero un potente pellizco basto para que guardara silencio—, o por Beatriz Cosío .
—Somos muy fáciles de encontrar —dijo el muchacho con voz apagada. Claramente no estaba a gusto, pero bueno, no se habían detenido a divertirse.
—Si está bien —la menuda niñita sujeto con fuerza su maqueta—. Muchas gracias.
—Lo que sea, de verdad —dijo Beatriz con esa linda y cálida sonrisa. De verdad, le parecía el rostro de una madre, una muy joven, pero con la misma ternura.
—Si está bien ¡Nos vemos! —no podía evitar ser contagiada por la alegría y confianza de esa chica mayor que ella. Le había causado tan buena impresión, que pensó que tal vez todavía tenía esperanza la humanidad.
—Bye  bye —se despidió alegremente la morena sacudiendo los brazos.
—¿Nos vamos Beatriz?
—De nada —dijo de sopetón— ¿Qué cómo puedes pagármelo? Ah muy fácil, hoy quiero desayunar en una fonda. ¿No es ningún problema? Y ¿Tú invitas? ¡Vaya Damián! ¡Te estás luciendo! —al finalizar su monologo le sonrío.
—¿Ya acabaste? —Ella asintió sin desdibujar la sonrisa—. Ay Beatriz… —doblo su antebrazo izquierdo a la altura del pecho, y le ofreció el codo en un acto caballeroso—. Solo te aprovechas de que jamás puedo enojarme contigo.
—Pues es tú culpa, por amarme tanto —dijo alegre mientras sujetaba con ambas manos el brazo del chico y además recargaba su cabeza en su hombro.
—¿Cómo haces para siempre acomodarte perfectamente donde sea? —dijo sonriendo.
—Es mi estatura —respondió ella—. Andando, no quiero llegar más tarde…
—Con suerte espero que no nos hayamos perdido nada…
—Sí, seguro —pronuncio ella mientras los dos subían las escaleras del edificio de psicología.

Ya eran las diez de la mañana. Caminaba al lado de sus amigas por las jardineras de la escuela. Todo era risas y alegría para las demás, para todos menos para ella. Por haber llegado tarde a su clase le habían quitado dos puntos de la calificación a la maqueta. ¿Cómo era posible que un trabajo de diez ahora solo valiera ocho puntos? ¡Tonterías! Era lo único que atinaba a pensar ella. El detalle es que el problema no terminaba así nada más. La profesora le había dado una oportunidad de subir la calificación, no de la maqueta, sino ya general en la materia, algo que le ayudaría, como abonar puntos o alguna cosa así. Como si entendiera sus raros métodos  de dar la clase, o de calificar, o mejor… como si tuviera alternativas.

Ese trabajo en especial consistía en recabar un par de datos sobre asuntos demográficos  de la ciudad. Eso era relativamente simple, al final de cuentas podía sacarlo de la red o hasta de algún libro de la biblioteca, por si le pedían las referencias. El problema ya empezaba cuando se trataba de la metodología y los procesos. Ella no tenía ni la menor idea de cómo funcionaba la estadística. Ese era el único, y “pequeño” problema.

—No deberías preocuparte tanto —le dijo una de sus amigas, notando claramente como estaba apartada, al menos mentalmente, del grupo de niñas y la conversación—. Nosotras te ayudaremos a hacer el trabajo y listo —dijo sonriendo.
—No se trata nada más de eso.
—Si todas te ayudamos podremos hacerlo.
—No lo creo, hasta donde sé, ninguna sabe nada de estadística y esas cosas numéricas —dijo conteniendo la molestia. Ella sabía que su amiga tenía la mejor de las intenciones, pero eso no la sacaría de su problema.
—Bueno, siempre podemos preguntar —agrego otra de ellas. El grupo era conformado por cuatro chicas, incluyéndola a ella. Ahora, así de rápido y fácil, el tema de conversación era ella y como ayudarla. Le supo mal haberse enojado.
—¡Claro!—dijo otra de ellas, con alegría—. Podemos ir con algún profesor y…
—¡No seas tonta! —interrumpió otra de ellas—. Esta es la ocasión para que preguntemos a algún estudiante mayor.

Ante ese comentario tres de las cuatro no pudieron evitar reírse con nerviosismo y emoción. Finalmente eran niñas y su cabeza estaba llena de todo tipo de sueños e ideas. Solo ella, la que tenía el trabajo encima, no compartió la alegría y risas de sus amigas. De donde diablos sacarían a un estudiante mayor con ganas y tiempo para ayudarle a un montón de niñitas…

—¿Entonces buscamos a algún chico de preparatoria?
—No —negó rotundamente la misma chica que propuso el buscar un alumno mayor para ayudarlas—. Esos son unos idiotas, nosotras no tenemos porque relacionarnos con simios.
—Entonces… ¿Una chica? —pregunto tímida la que hace nada había sido interrumpida.
—No —Hizo una pausa para ver a sus amigas a la cara, mientras negaba enfáticamente con su cabeza—. Ya saben la razón… —el silencio se apodero de sus amigas. La muchachita puso los ojos en blanco y no se inmuto por mostrarse fastidiada—. Son unas zorras ¡Por eso!
—Oh, claro —dijo otra de ellas, como si fuera lo más obvio del mundo.
—Tendremos que pedirle ayuda a alguien de los niveles superiores…
—Exacto —asintió satisfecha la líder de esa operación. Vaya que eso era involucrarse, aunque ya no se sabía si era por apoyo o la conveniencia.
—Pero… en que carrera buscamos —soltó al aire la que siempre era interrumpida. Claramente era la más tímida del grupo.
—¿Qué carreras tenemos a la mano para empezar?
—No tengo idea —dijo la líder, como si fuera una trivialidad que ella no debía o tenía porque saber.
—Vaya esto no creo que de un buen resultado —intervino ella. Como si se rompiera un hechizo, cayó en la cuenta de que ya estaban sentadas en la cafetería. Vaya que la plática la había absorbido ¿O se preocupaba demasiado?
—Tiene que funcionar. Somos chicas lindas que necesitan ayuda ¿Quién podría negarse? —su amiga que fungía de líder no le caía mal, pero en ocasiones, tenían ideas muy opuestas.
—Es seguro que la mayoría se negara —negó ella con la cabeza, pensando en el chico de la mañana—. No todos son buenos y caballeros —al decirlo, frunció el seño  de manera inconsciente al recordar cómo se quejaba y gruñía con fastidio el tipo.
—Tonterías Ivette —desecho con ese simple comentario sus ideas—. Claro que podemos, solo necesitamos saber dónde buscar.
—Y a quien —dijo Ivette. Le molestaba que echaran a un lado sus comentarios así, después de todo ¡Era su trabajo, no el de ellas! —. Donde, cuando y quien. Si, esto va ser muy fácil.
—No te preocupes por los detalles, tienes una semana para hacerlo. Podríamos empezar a buscar mañana, o pasado mañana, pero lo haremos hoy —dijo su amiga, la primera en interesarse en ayudarla. La única que parecía tener más interés en ayudar, que en ver chicos—. Y todo saldrá bien ¿Si?
—Gracias Mariana —es una buena amiga, fue lo único que atino a pensar.
—No hay de que Ivette. Soy tu amiga y eso es lo que hacemos los amigos —dijo con una tierna sonrisa.
—Gracias aun así —respondió de forma automática. ¿Deja vu? La frase le resonó en los oídos como el redoble de una campana. De repente, en un instante estaba otra vez en la mañana, mirando a una morena de perlada sonrisa decirle eso a su amigo de rastas—. Psicología —dijo en un susurro.
—¿En psicología ven estadística? No ven la mente y esas cosas, más bien —dijo la líder.
—Puede ser, deben de tener algún tipo de medidas para determinar quien está loco y quién no.
—Bueno, supongo que ya tenemos el donde —dijo la líder, no muy convencida—. Ahora solo falta el cuándo y el quién.
—El cuándo puede ser ahora —dijo contenta Mariana, como si mágicamente los problemas empezaran a desaparecer.
—Puede que yo sepa de un quien —dijo, no muy convencida Ivette.
—Pero… esa carrera está llena de mujeres —la líder de repente reconsidero las alternativas, y no le gustaban los resultados—. Y todas las mujeres mayores son unas…
—No todas —interrumpió con voz firme—. Sé que no.
—No te molestes así Ivette —la líder lo dijo con sarcasmo, pero pudo sentir la rebelión de su amiga.
—Aprovechemos que tenemos tiempo y vayamos ahora mismo —Mariana se puso en pie y tomo de la mano a Ivette. Fue un buen gesto de su parte. Desvió la atención de esa pequeña querella de poderes, y aunque se levanto, estaba esperando a que ella diera la última palabra. Realmente Mariana sin esforzarse era una buena persona.
—Vamos —dijo Ivette poniéndose de pie.
—Está decidido —pese a no estar convencida de ello, la líder sonrió con bravuconería, como si ya hubiese ganado ese desafío. Tanta confianza le atraía a Ivette, suponía que era lo natural.

Tres de esas cuatro jovencitas salieron decididas. Confiando en que, a su manera, podían hacer rendirse al mundo y que se pusiera a sus pies sin rechistar siquiera. La otra, caminaba más por inercia que por convencimiento y no estaba segura de lo que estaba haciendo.

2 comentarios:

  1. me encantó este capítulo, si se ve que no era tan experimentado en ese entonces pero tiene un no se qué que me hace amar a los personajes y Beatriz es un personaje que me transmite una sensación muy cálida y el cómo la describe física y mentalmente la hacen muy atractiva ¿Conoce a una chica así de casualidad?

    Noté que le puso su apellido después de todo...

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    1. Bueno no es que ahora tenga más experiencia como tal, pero cometo menos errores, o eso espero. Supongo que en esencia sigo escribiendo en el mismo estilo a mis personajes, al menos eso pienso al leer tu comentario Feel y me hace sentir bien, aun tengo un poco del toque, que alivio jejejeje. Si conocí a una mujer así, hace años, estaba locamente enamorado de ella, no era tan perfecta físicamente (porque su personalidad era así), supongo que la exagere un poco pero si era (y es) muy atractiva. Le puse mi apellido, para variar, para que hubiera un algo de "mi" en la historia... y quizá por un sueño guajiro jajajajaja

      Muchas gracias por leer y comentar Feel. De verdad me llenan mucho tus comentarios, gracias mil y un veces más.

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