noviembre 29, 2011

Fragmentos de una historia de amor -Capitulo Uno: Cuando te vi.


Capitulo Uno: Cuando te vi.

Así fue cuando te vi, pasaste junto a mí, no supe que decir, no pude resistir, y ahora no sé dónde estas, quisiera el tiempo echar atrás, para poder llegar a ti, así fue cuando te vi”



Caminaba tranquilamente por los pasillos del viejo edificio de la universidad, tener los patios llenos de ese verde pasto me hacía sentir con ganas de tirarme en ellos y jamás volver a pararme, echar raíces, me sonaba a una bonita forma de hacer a un lado responsabilidades y esas cosas, pero por desgracia ese no era mi camino.

El tercer semestre mostraba su fea cara con materias complicadas como estadística o psicopatologías, cosas que realmente eran interesantes pero requerían mucho estudio, y ni que decir de la materia allegada a la fisiología o neurociencias, la parte más difícil de este tronco común eran esas materias que explicaban todo tan a detalle que probablemente los conocimientos de un doctor sentían la competencia con las de un letrado en neurociencias.

La vida no cambiaba realmente para mí en muchos sentidos, al menos había logrado encontrar gente interesante en la catrera, pero aun así no me abría del todo, prefería mi vida de solitario, era más fácil, era más simple, era más concreta y sin complicaciones y eso era lo que quería de la vida, que fuera concreta y simplona lo más que se pudiera.
Pese a todo tenía buenas relaciones con varios de los chicos de la escuela, Paco, Cuco, Miguel, Jorge y Sergio conformaban mi círculo social, pese a estar rodeado de mujeres ninguna me parecía entretenida para charlar ni llamativa como para buscar algo más.

Si, la vida no tenía complicaciones, al menos después de ese primer año de carrera pude poner prioridades en mi cabeza y decidí dedicarme completamente a mi estudio, además, necesitaba subir mi promedio notoriamente si quería llevar esa vida tranquila a futuro y a presente, futuro por el promedio final y a presente para librarme de los exámenes finales, ya que si sacaba nueve de promedio final al semestre, lograba deshacerme de esos molestos exámenes. Era simple pero requería esfuerzo, vida contradictoria solo la mía.

Bueno eso realmente era lo de menos, no tenía grandes expectativas de la carrera fuera de lo educacional. Si hablábamos de los compañeros había solo de tres tipos: los idiotas que creían que lo sabían todo, los idiotas que estudiaban por estudiar y los equilibrados en el desmadre y la escuela, esos últimos constituían el círculo en el que me metía y solía hablar.

Las mujeres mejor ni mencionarlas, eran el 75% de la carrera pero seguían apestando más que antes. Las de semestres arriba del mío eran inalcanzables por la edad o por su fealdad o aún más triste, porque ya todos habían “pasado” por ellas. Las de mi semestres estaban de la chingada, mujeres aburridas, feas o peor, mujeres que aparentemente estaban bien pero arrastraban problemas de toda índole mental, nada que atrapar.

La esperanza eran los nuevos semestres y ver qué clase de carne joven podía venir con este nuevo ingreso de alumnos, pero aparentemente no había que ver. Las había observado hacia unas semanas, cuando entraron y nosotros los de tercero nos presentamos formalmente y bueno, no había visto nada destacable, además de que muchos y muchas se habían ido temprano en vez de esperar una bienvenida…y no los culpaba, de hecho, yo hubiese hecho lo mismo.

Si, la vida en la universidad, al menos en mi carrera, no tenía muchas cosas que ofrecer, realmente era triste y algo patético, pero así era esto, teníamos que verle el lado humorístico y además, no es como si realmente hubiese esperado hallar muchas cosas aquí, ciertamente ilusionarse siempre era en vano, y eso lo había aprendido en casi toda mi vida, ya fuera la funcional para la sociedad o la destructiva y delictiva.

Nada que hacer más que divagar, ¿Verdad? —me decía Cuco mientras se acercaba a la orilla del barandal y se recargaba a mi lado- Es lo triste de las horas libres entre clases.
Lo que las hace tristes es el hecho de que deberíamos tener materia ahoritaPuntualice.
No mames cabrón no te tomes tan enserio la escuela, son los primeros días, esta chido poder echar desmadre y huevonear un rato o ver a los culitos que van pasando.
Como si realmente algo fuera grato de ver en estas alturas cuco…
Pues están las chavas de nuevo ingreso, hay dos que tres que están de “no pinches mames” Al decir eso hacia un ademan de “curvas” O no has pescado nada bueno en tus prolongadas estancias de huevoneria aquí en el barandal cabrón, ¿acaso realmente solo pierdes el tiempo?-
-Realmente no he visto nada digno, al menos, que me haga prestar atención…-
-¡Que fuerte wey!- Su sorpresa rebasaba sus pupilas- Que pedo contigo pinche Beto, parece que no te gusta nada de la vida, eso puede ser una depresión-
-Solo soy un huevón excesivo, no es nada para preocuparse-
-¿No es nada para preocuparse? Más bien es lo suficiente para creer que es preocupante cabrón no la chingues…-
-Bueno como sea, yo estoy bien- Sentí como mi boca hacia una mueca forzada, algo así como una sonrisa desinteresada- Eso es lo que cuenta y que le estoy echando más ganas a la escuela, lo demás sobra-
-Un buen palito no hace daño- Sonreía abiertamente- No lo podrás negar ni si quiera tu pinche Beto que eres bien seco de por sí-
-No, a veces coger es bueno- respondí totalmente de acuerdo- Pero el problema es hallar con quien coger.
Cálmate, con condón todo tiene solución compadre.
No hablo de que me contagien un “SIDA”, a mí lo que me preocupa es que me puedan contagiar su estupidez las mujeres cuate- Mi tono era brusco pero el se reía- si quizá suena mamón, pero neta hay cada pendeja…
Eso lo hace más rico- Dijo el conteniendo las risas- Porque así es más fácil todo y según recuerdo, esa es tu filosofía de vida, ¿No?
Si es algo asíun golpe bajo pero cierto, me hizo cerrar un poco el ojo, como conteniendo un dolor creciente—.Pero para las mujeres es diferente, con ellas si me gusta tomarme mi tiempo…o mínimo encontrar una que me guste no que pura pinche bestia.
Si te entiendo a veces así pasa pero pues ni pedo we.
Pues sí, ni pedo… ¿No? Bueno, pues voy al baño, ahorita te veo.
Rómpete una pierna ya que vas para allá.
¡Ja! Quisieras pendejo.

Me cae bien, realmente él es de las pocas personas de la universidad que no aborrecía, y ciertamente estando rodeado de tantas mujeres era raro que no me llevara con ninguna, pero bueno, como dije, la estupidez se pega, y tenía miedo de que me contagiaran.

El trayecto al baño no era muy largo, solo debía pasar por algunos salones de los tipillos de primer semestre y esa clase de vidas que no me importaban en lo mas mínimo, realmente no existía novedad alguna aquí, de ninguna manera.

Lo único que me gustaba de este piso, era que los baños estaban cerca, a unos cuantos salones de distancia, incluso si tenias una gran urgencia podías llegar arrastrándote, además, estando tan lejos de todos, era imposible hallar saturado el baño, por lo cual, era un paraíso en todo sentido.

Lo curioso de esa vez fue lo que sucedió después de que yo toque las baldosas de aquel baño.

Usualmente cuando llego al baño, primero me echo agua en la cara, mientras me miro en el espejo y contemplo mi semblante demacrado. La piel pálida, las ojeras en los ojos, el cabello alborotado y la vista cansada me hacen ver de una forma, digamos de asaltante, si le sumamos la barba que no me rasuro y que tengo una cicatriz en la mejilla derecha en corte recto, me veo peor, pero bueno, como dije, usualmente me detengo a verme en el espejo del baño y analizar los errores de mi rostro.
En ese instante una chica morena de gran tamaño, estaba parada ahí en la puerta dudando si debía entrar. Yo entendía su duda, estaba en el baño de hombres y justamente estaba un hombre dentro, así que supongo que yo le había frustrado sus planes. La chica iba sola. Realmente no me fije bien porque la vi de reojo en el reflejo del espejo, después de todo, como no ver a una chica así si era tan alta como yo…

Si quieres puedes pasar- Dije con voz cansina- solo estoy yo y no pienso negarte el paso, el baño es público, aunque sea de hombres, también puedes usarlo, supongo…
—Eh no yo solo estaba este…

Claramente la chica se había puesto nerviosa. Como dije era de gran tamaño, pero alta, no que fuera gorda, era tan alta como yo, o tal vez un poco menos. Bueno, el caso era que ella estaba ahí parada, con la cara sonrojada notoriamente, incluso para su tono de piel era notorio, y miraba hacia los lados nerviosa esperando que alguien llegara y la salvara de ese embrollo supongo.

Sin tomarle mucha importancia seguí revisándome la cara, por decirle de algún modo. Mis ojeras de fechas finales de exámenes y tareas estaban a todo lo que daban. La piel pálida mortecina, estaba presente; parte de mi natural tono de piel y mis excesos me daban ese tono tan especial. La cara demacrada por la típica y pésima alimentación universitaria, así como por los ya mencionados excesos y aparte los desvelos jugando videojuegos.

Si todo estaba en orden, además me llevaba puntos extra por tener tanto sueño que tenia la vista a medias, o sea, parpados a punto de cerrarse.

Decidí echarme algo de agua en la cara para espabilar un poco y así tratar de acomodar mis ideas, o decidir si me iba a dormir a mi casa o a desayunar algo para aguantar el resto del día.

Ella seguía en la puerta, vaya cosas. Además estaba mirándome, del modo que las mujeres creen que es discreto, o sea de reojo, pero con los globos oculares a punto de escurrirse por un costado, como bien dije, todas unas maestras en el arte del engaño y el disimulo.

Sacudí mis manos en el lavabo y acto seguido termine de secármelas en la ropa. No soy uno de esos maricas que son pro ambiente o algo así, simplemente soy de esos tipejos prácticos. Me di la vuelta y la mire a la cara, ella se sonrojo un poco otra vez y de alguna manera se acelero nuevamente.

Tenía unos bonitos y pequeños ojos cafés, pequeños y ligeramente rasgados. Una nariz pequeña y recta coronada por un piercing. Una chica linda, en ese piso, tenía que ser de psicología, y como su cara no me sonaba de ningún lado, sin duda era de las nuevas carnes que habían entrado. Interesante.

—Bueno, puedes disponer del baño con toda confianza—camine junto a ella y me detuve un metro después de haberla pasado—. Digo tu sabes, para lo que sea que quieras entrar al baño—la había cagado con mis respuestas, no me interesaba ser cool y además, claramente no se me daba—. Este me refiero a usar el espejo o a tomar algo de papel o fumar o este…—solo pude sonreír nervioso y frotarme la nuca, ya la había cagado, que mas daba querer arreglarlo—. Bueno, pues no hay nadie ya así que, hay nos estamos viendo— hice un ademan con la mano, el clásico de ponérmela en la frente como saludo militar y moverla al frente a la par que chasqueaba la lengua, ya la había cagado, pues la cagaria de tal forma que sería inolvidable—. ¡Suerte!

Después de eso la chica me miro un poco sacada de onda, no la culpaba. A pesar de todo, me hizo el ademan de despedida con su mano y me sonrió, no todo había salido tan mal. Satisfecho con eso, me di la vuelta y metí mis manos a los bolsillos del pantalón y me fui caminando, de regreso a la pestilente aula llena de mujeres y de deberes, esa era mi vida básicamente.

Vi pasar junto a mí a una chica bajita y llenita. Una especie de chica hippie de pelo largo, de rostro bonito y facciones lindas, la típica chica que te darían ganas de abrazarla porque esta bonita, como a un gatito o un cachorrito, o eso suponía, porque yo odio a los cachorros.

La chica me sonrió y yo desde luego le sonreí en respuesta. Yo tenía una sonrisa que hacia siempre cuando tenia que sonreír así, por compromiso o sin sentirlo: mostraba todos los dientes y hacia en arco la boca, así como el gato de Alicia en el país de las maravillas. No lo hacía con malicia o por burla, simplemente así era.

Y todo fue bien estoy con una racha que nadie me detiene atine a pensar. La chica no lo tomo a mal ni me vio raro, simplemente siguió sonriendo y se encogió un poco de hombros, como sonriendo con más gusto. De verdad estaba imparable.

Justo pensé gracias a esta chica como esos pequeños detalles podían hacerte el día. Ver niñas lindas deambulando por ahí, unas sonrisas que no buscan nada (llámale aceptación, una entrada para ligar o un coqueteo casual) más que una sonrisa reciproca por respuesta. Esos son los pequeños detalles que podían endulzarte una mañana, un día, una semana o tal vez con suerte toda una vida. No es que fuera el caso, pero por lo menos la mañana ya estaba ganada por un aire positivo que hacía a un lado mi negativa objetividad y el acido y cínico humor.

—¿… viste? — alcance a escuchar.
—Sí, si. Por supuesto— ¿Ver qué cosa? ¿A mí?
—¿Y bien? — ¿Bien qué? ¿Me están calificando? ¡No mames! Jamás me había pasado, al menos que lo supiera.
—Aaaaammmm pues que te puedo decir. Si me invitaras a desayunar podríamos platicar bien agustivirilis de esto y otros asuntos.
—¡Che vieja! — a pesar del insulto ella se estaba riendo. No entiendo a las mujeres.
—No está mal. Ándale, vámonos— ¿No estaba mal yo? ¿El chiste? ¿Qué habría comida?

Me di la vuelta de la misma sutil forma que lo suelen hacer los hombres, o sea de un chingadazo y mire fijamente al pasillo… vacio.
Se habían ido quien sabe desde hacia cuanto. Y no sabía que pensar. Igual y era una broma, lo típico de jugar con mis sentimientos, o tal vez estaban siendo sinceras en su plática y a alguna de las dos les gustaba.

¿A cuál de las dos?

De haber sabido que andaba más que con una racha, me habría fijado más a detalle en ellas. Típico de andar en la pendeja, y más en mí.

Bueno de las dos me habían gustado cosas.

La chica bajita tenía un bonito pelo ensortijado, como decía una canción de reggae y además era un pelo largo que hipnotizaba.
La chica alta tenía unos lindos y coquetos ojitos pequeños y semi-rasgados, algo así como lo que siempre había soñado

Bueno que mas daba, finalmente seguramente en mi puta vida me volvería a cruzar así con alguna de las dos. Podía tal vez aplicar lo de “cazarlas” con los demás tipos en algún intermedio de clases o yendo a preguntar cualquier idiotez a las aulas, total, éramos masters en hacer jugadas de ese estilo. Incluso la tradicional invitación a unas cervezas en el bar de quinta a dos calles era un buen pretexto.

Pero la verdad es que a mí no se me daba atacar de ese modo. Y ni me interesaba, francamente no. Tal vez temía salir herido, o quería dedicarme a la cerveza y los cuates, y aclaro que jamás hice mención de la escuela y el deber, o tal vez, solo tal vez, no sabía que mierdas pasaba por mi cabeza.

De cualquier manera, era algo interesante, porque a pesar de toda la confusión mental y la lluvia diarreica de ideas que tenía en la cabeza, tenía una cosa bien clara.

Algún día saldré o tendré una chica, con unos ojitos tan hermosos como los de esa muchacha alta.

Me reí como idiota. No era algo imposible, pero sin duda si era un deseo que se llevaría a cabo a muy, muy largo plazo por aquello de mis prioridades y mi nula empatía hacia las mujeres o sus problemas idiotas.


A pesar de todo, cuando la risa de loco termino, aun con todo y que sabía que había dado un pequeño show a los y las colegas del piso, esboce una autentica sonrisa de alegría, la cual, era simplemente arquear el lado derecho de mis labios y poner una mirada tranquila, algo así como la sonrisa de un niño, supongo… solo que en un tipo que parecía vagabundo, vividor o ladrón. Si, una escena tierna y para recordar.

Un joven estudiante de psicología, cursando el tercer semestre de la carrera, con 19 años y contando para verse más viejo, soltero y sin ninguna genuina aspiración en la vida más que disfrutar al máximo la vida universitaria y de paso titularse. Con un acido y negro sentido del humor y un valemadrismo por la vida y el prójimo que no tenia manera de ser medido.

Así era yo, la primera vez que te vi.

2 comentarios:

  1. pff sentía que narrabas una carnicería jeje no pues con esa forma de ver las cosas entre hombres, con razón sigo soltera... (pero mas por que no me dejo XDD)
    me gusta como manejas los diálogos, me haces sentir como si estuviera presente espiándolos (es normal eso?)

    hay mas fragmentos que contar? o ya no le seguirás?

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  2. me encanta esta historia, debería continuarla pronto, Kaifan.

    No me pareció tanto de carnicería como dijeron arriba, es natural que las personas discutan...um... sus gustos.

    No es algo en lo que me agrade participar, pero las mujeres suelen ser iguales o peores en ese sentido.

    El protagonista es tan quejumbroso, pesimista y descarado pero con ese aire torpe. Es divertido leerlo.

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