Salieron del sitio los tres, como se diría en
otras latitudes, como compadres. Al
verlos atravesar la puerta, ánima se
puso a un lado de stregone. Flogging encabezaba al grupo y Donovan iba en
medio de los tres con el rostro pálido y sudoroso, parecía enfermo por el
miedo, más no por eso, se hizo para atrás ante la nueva empresa que le había
propuesto su socio.
Finiquitarían este problema de una vez por todas…
eso esperaba, por lo menos.
—¿Qué planeas hacer exactamente mein freund?
—Realmente no lo sé aun —dijo encogiéndose de
hombros y sin dejar de andar—. Lo que es seguro, es que no será fácil, así que,
nuevamente necesitamos actuar rápido y de forma contundente.
—Esto sigue sin gustarme…
—Vamos, compórtate como el hombre que presumes
ser —dijo stregone—. Ya basta de
actuar como un cobarde, te ayudaremos.
—No estás solo —dijo la mujer, para sorpresa de
los tres, incluso el filibustero se detuvo.
—Vaya amada mía, eso fue inesperado —dijo con
sutileza el hechicero.
—Bueno, es la misión en la que nos ha embarcado dedos de oro —respondió de la misma
forma seca a la que todos estaban acostumbrados, y los dejó atrás, puesto que
jamás se detuvo, ni cuando lo hicieron ellos.
—Eso es algo más propio de ella —concedió el
tahúr.
—No te preocupes, todo saldrá bien —dijo con
calma el filibustero y reanudo su marcha.
—No lo entienden, esa mujer es un caso diferente.
De todas las personas que podrían querer mi pellejo, ella es a la única que
podría decirse que le temo…
—¿Podría decirse? —ironizo el mago poniéndose al
parejo de los demás.
—Bueno, el asunto es que esta mujer tiene, mucho
poder, por llamarlo de una forma…
—No es fuerte, debe tener entonces mucho dinero —dijo
ánima, esta vez iba al lado de
Flogging.
—No solo se trata de eso, pero si es una de sus
fuerzas.
—Cada vez que haces una observación de esas,
justificas el estar en este viaje mujer —dijo complacido el capitán.
—Espero que esta vez no use una espada —dijo el
hechicero más a modo de suplica que de otra cosa.
—No, esta vez usa tú magia si lo deseas, porque
será sin duda más peligroso —un cierto aire de excitación contenida se notaba
en el filibustero—. Y en medida de lo posible, tú y ánima, pase lo que pase, manténganse lejos de peligro —mientras
daba esas indicaciones, descargo su pistola y con una eficiencia admirable la
rellenaba de pólvora—. Bueno, cuatro cañones listos para lo que venga —al
hablar alzo su arma para contrastarla con la luz del astro mayor—. Déjenos a shamrock y a mí los golpes y las
estocadas.
—Pero eso nos dejaría descubiertos —señalo ánima.
—De ninguna manera estarán descubiertos —dedos guardo su pistola entre su ropa,
de la cintura saco otras dos pistolas que reviso de la misma manera que la
anterior—. Yo y mi amici estaremos
cuidándoles en todo momento —una vez revisados los cañones, los guardo
nuevamente en su cintura, para esta vez agacharse rápidamente y sacar otro
cañón a la altura de su tobillo izquierdo—, y espero que ustedes hagan su parte
y nos cuiden la espalda a nosotros.
—Deberíamos reunir a los hombres si planeamos
hacer esto —sugirió no muy convencido el tahúr.
—Es mejor atacar ahora, porque ella no se lo
espera, seguramente piensa que estas huyendo y mucha de su gente debe estarte
cazando. No podemos esperar, hay que atacar ahora —dijo con firmeza el capitán
de la expedición—. Toma stregone —previa
revisión, le puso en la mano una pistola, esta vez, era un arma más moderna—.
Úsala con sabiduría, que solo tiene seis tiros.
—Pe-pero esta no es una de las pistolas normales…
—Es algo nuevo en tu repertorio, es un revolver
¿Cómo es que tú tienes un revolver?
—Es muy fácil ánima,
en uno de mis tantos viajes a ese nuevo mundo, uno de mis contratistas me la
dio como muestra de gratitud por mis servicios, además de mi paga. Es un arma
de fiar, es solo que no me he acostumbrado a ella.
—Y quieres que yo la use, así como así, cuando
jamás he usado ni siquiera una de las pistolas antiguas…
—Vamos, compórtate como el hombre que presumes
ser stolto —Donovan le regreso la
broma al hechicero a la vez que le dio unas palmadas en su espalda.
—Hemos llegado —anuncio la mujer de ébano.
Estaban a unos metros del lugar. Se escuchaba
mucho ruido y la pensión estaba llena de luz, claramente no había tan poca
gente como el filibustero pensaba. Todo apuntaba a que el combate sería más
violento de lo esperado.
—Esto promete ser un nuevo reto —esta vez la
emoción y el placer que bullía en el filibustero no pudo mantenerse oculto. Dio
un paso delante de sus tres compañeros, poso su palma sobre el pomo de su
espada y sonrió de una manera distinta. La luz de la luna en ese momento
ilumino su rostro y por un instante, solo un fugaz momento, sus compañeros
presenciaron la cara de la locura.
—¿Qué propones que hagamos ahora dedos de oro? —cuestiono el jugador
poniéndose a su lado.
—Entrar y pelear hasta que nadie quede en pie —dijo
con toda naturalidad el cuestionado.
—Debes estar bromeando, seguramente nos
quintuplican en número —dijo con temor en su voz el mago.
—Eso es lo que lo hará más interesante —con
elegante movimiento, desenfundo su acero—. Entrare yo primero, detrás de mi ira
shamrock. Nosotros despejaremos la
entrada y sus alrededores para que stregone
y ánima cierren tras de sí y la
traben. Nadie saldrá ni entrara después de nosotros, al menos no por allí —mientras
daba las instrucciones giraba con habilidad su espada—. Así su retaguardia
estará cubierta y solo tendrán que preocuparse del frente, que es donde
estaremos nosotros.
—No suena mal —dijo la mujer, con ese mismo tono
seco. Esta vez no se podía tener la certeza de si era honesta o sus palabras
tenían un aire sarcástico.
—No sé si podremos hacerlo —el hechicero temblaba
por el temor del combate inminente, por el embate de la muerte—. No sé si yo
podre hacerlo.
—Por eso harás magia —le dijo Flogging mirándolo
a los ojos—, y si se acercan mucho a ti —tomo la mano que tenia la pistola y la
puso contra su pecho—, apuntas al torso, que es el espacio más grande, así será
más difícil errar la bala.
—¡Maudire! ¡Y
pensar que tu stolto tratabas de
inspirarme confianza!
—Tranquilos —dijo el capitán imponiéndose un poco ante el
caos que asomaba sobre las cabezas de sus compañeros—. Hoy, ninguno de nosotros
morirá.
—De eso no puedes tener certeza.
—Oh, claro que la tengo mujer —de su cintura, de
la espalda para ser precisos, el filibustero sustrajo otra arma de fuego, esta
vez era una pistola de percusión—.
Toma, esta es de un solo tiro, pero te aseguro que si la necesitas te salvara
la vida.
—Yo no uso armas. Yo no fui contratada para esto —dijo
la mujer mientras que con la mano apartaba el arma, rechazándola.
—No te pido que mates a nadie, solo que te
protejas en dado caso que nosotros no lleguemos a tiempo. Eso es todo —dijo con
tono comprensivo el filibustero—. Tómala, piensa que es como lo de la espada,
no necesitas usarla, solo es para amedrentar.
Sin mediar otra palabra. La mujer extendió su
mano y tomo el arma. La sopeso un instante y entonces se la guardo entre los
pliegues de su blusón. Sin mostrar expresión alguna, sin siquiera suspirar,
inescrutable.
—Bien, espero que ya estén listos…
—No lo estoy —dijo con temor stregone.
—Yo no me siento muy seguro de esto…
—Estoy lista.
—De verdad, te estás ganando un lugar en esta
cuadrilla mujer —dijo sonriendo el capitán—. Muévanse despacio, no prometo que
no seamos descubiertos, pero esta no es una misión de asesinato después de
todo. Andando.
A paso lento y firme se acercaron al lugar.
Utilizando las sombras y la luz de la luna como aliados para su carrera de
sigilo. Mientras se movían entre barriles y cajas de viaje, Flogging les hacía
señas para que centraran su atención brevemente en puntos de interés. Señalaba
una ventana baja, o el techo del lugar, a algún guardia dormido en las puertas
traseras o a dos borrachos recargados en la pared. Cosas a tomar en cuenta
cuando el ataque comenzara, o se tuviera que emprender la huida.
La puerta del desitjo
se encontraba abierta de par en par. Era evidente que no podrían
sorprenderlos tanto como esperaban, pero, era lo de menos, realmente estaban
jugando con fuego. Aun así, los cuatro se dirigieron sin titubear
a la puerta, listos para hacerle frente a su destino.
Dedos
entro sin miramientos ni tapujos. Ni siquiera sus
compañeros esperaban un movimiento tan carente de ese sentido de
autoconservación del que hacía poco el filibustero decía tener. Una ojeada
rápida a la taberna fue lo que gano con esa aventurada aparición en escena.
No eran tantos como se lo pensaban, pero si eran
bastantes. Tal vez eran superados 6 a 1, eso suponiendo que ánima era parte del grupo de combate.
Jugando con la suerte y el factor sorpresa en su mano, dedos rápidamente atravesó con su acero a un tipo en la puerta y
con una de sus pistolas despacho a otro que estaba cerca.
Como si todo se tratara de un intrincado plan de
combate y no solo de la espontanea sensación de morir lentamente por exponer a
lo salvaje el pellejo, todos actuaron. Fue un momento glorioso realmente.
Stregone
entre preocupado y alentado por la maniobra de su
capitán, irrumpió en escena con un impactante, pero no muy poderoso, golpe
mágico de fuego. Una ráfaga de aire caliente cegó temporalmente a varios
enemigos de las primeras filas, haciendo que se tropezaran y causaran más
confusión de la debida. Ánima hizo su
parte al entrar a un lado de su amada y… observar el escenario. Tras ellos
apareció shamrock claramente alterado
y carcomido por la incertidumbre de cómo se cerraría este capítulo de su
aventura, pero eso sí, mantuvo el temple suficiente como para cerrar la puerta
tras de sí y derribar a otro enemigo.
De ese modo los enamorados pusieron espaldas
contra las puertas y cada uno dejo a la vista un flanco para defender. De
hecho, ánima mostrando una vez más
que su valor era su astucia y no su fuerza, atranco la puerta con un banco
roto.
—A este paso de verdad te ganaras tú paga, porque
tú lugar en esta aventura ya está más que justificado —dijo sonriendo radiante
el capitán de ese ataque mientras apuntaba su acero a la yugular de uno de los
rufianes del lugar.
—Hagamos esto rápido —dijo shamrock al filibustero—. Esto tiene que acabar ¡Ya!
—Cette voix
—se escucho la voz de una mujer. En ese instante se hizo el silencio — ¡Trefle! —grito la mujer.
—Es ella —dijo quedo y lívido el pirata.
—¡Muéstrate mujer! —exigió Flogging mientras
despachaba a uno de sus compinches.
Otro de los camaradas a sueldo se iba ir sobre
Flogging, pero fue abatido por una bola de fuego que le dio de lleno en el
pecho. Todos los malandrines estaban con las espadas en alto a la espera del
menor movimiento para empezar el zafarrancho de cortes y sangre.
—¡Quitter! —se
escucho a la mujer gritar nuevamente. Poco a poco todos los delincuentes y
espadas a sueldo se hicieron a un lado, haciendo un semi-círculo alrededor de
una de las mesas del centro del desitjo. La
mujer de las pesadillas de Donovan estaba en ese lugar, de pie con un tarro de
espumosa cerveza en su mano derecha, y en la izquierda con una ballesta
apuntando al grupo del filibustero.
—¿Es esta la mujer que buscamos? —pregunto dedos a su compañero de correrías,
ignorando que posiblemente una flecha llevaba su nombre escrito en la punta.
—Es ella —shamrock
para sorpresa del hechicero, recobro en el acto el valor cuando la
reconoció. Fue como si le hubiese tallado un rostro nuevo. Ahora ese era el
pirata de la fortuna del que tanto se hablaba entre suspiros o maldiciones —. Desire —pronuncio fuerte y claro la
palabra, mirando a la mujer incluso por encima de la temible ballesta.
—Trefle —contesto
ella con una inclinación de cabeza y alzando el tarro de bebida.
—Creo que son amigos —le dijo el hechicero a su
amada.
—Son más que eso —afirmo seca la mujer, como era
su costumbre.
—Trefle —la
mujer dio dos pasos al frente y sonrió—. ¿Has venido a entregarte? —cuestiono.
—No desire,
he venido a poner fin a este juego de persecuciones —dijo tajante el tahúr.
—No, no, no mon
amour. Esta charada no acabara hasta que yo lo decida…
—No quisiera contrariar a nadie aquí realmente,
pero —de un certero golpe de espada Flogging despacho a otro mercenario—, esto
se tiene que acabar ahora.
—¿Quién es el trefle?
—pregunto la mujer sin inmutarse en absoluto.
—La belleza también cansa desire —dijo con fastidio el tahúr, para asombro de sus compañeros
masculinos y todo el que conocía su fama de mujeriego—. El es dedos de oro. Cuando saliste a darme
caza—una esfera de fuego paso a su costado derribando a un gandul que trataba
de atacarlo por sorpresa—, debiste hacer mejor tu tarea femme.
—Sí, de nada cretino —refunfuño el hechicero,
ofendido porque su acción paso inadvertida.
—¡Oh dedos de oro! —Exclamo un poco
sorprendida—. Yo duplicare la cantidad que trefle
le prometió si me ayuda a capturarlo —lo dijo con un tono de voz frio y
calculador, sin pestañear siquiera.
Se hizo un silencio incomodo en el recinto.
Incluso los forajidos de la mujer se quedaron de piedra ante la propuesta.
Ofrecer duplicar el precio de tus servicios sin siquiera saber una cifra
aproximada era una locura, más tomando en cuenta que el sujeto al que se le
ofrecía tal oferta era alguien de renombre.
Shamrock
no cambio ni un poco su expresión, dio tres pasos
hacía desire y en su andar derribo a
dos truhanes por el mero placer de descargar su ira en alguien. Algunos de los
bandidos a sueldo de la mujer se abrieron a los costados y otros se acercaron
lentamente a los enamorados. Otro par de pasos dio el tahúr, pero entonces,
Flogging le poso la palma sobre el hombro.
—Lo lamento, pero mis servicios no están más a la
venta de nadie, ni siquiera de un mejor postor —dijo el filibustero con una
sonrisa en sus labios, como si fuera otro negocio más y no el vestíbulo a su
muerte—. Además, se que no es común, ni en los de mi calaña ni en los
alrededores, pero —su expresión se volvió de súbito dura como piedra, incluso
parecía que de sus pupilas brotaba un odio invisible hacía la mujer—, yo
conozco la lealtad.
Esta vez el silencio dio paso a varias
exclamaciones de sorpresa. Huelga decir que en ese momento, stregone y shamrock se sintieron más
seguros y confiados con dedos. Fue
como si de repente lo vieran como otra persona, incluso ánima reconoció al tiempo que ella sintió empatía por el navegante.
— Mon cher
trefle, que tierno —se burlo la mujer.
—¡A un lado dedos!
Reaccionando para sorpresa del filibustero más
rápido que nadie ni nada, shamrock
empujo con su cuerpo a su camarada de viajes, justo a tiempo para que dos
flechas no le quitaran la vida, pero no tan exitoso como para evitar que se le
incrustaran en el cuerpo al tahúr.
—¡Trefle! —grito
la mujer con un dejó de angustia en su voz. Cabe señalar que gracias a la
tensión acumulada y a que la mayoría de sus espadas a sueldo no tenían idea de
lo que ella decía, esa palabra se interpreto como una orden de ataque.
Y así, comenzó la locura.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
¿Qué te pareció la historia?