febrero 15, 2013

Capitulo 12 -Las lagrimas de los caídos



Merrick vivía solo con su hermana en un departamento cerca de la avenida principal, lo que hacia tener fácil acceso a casi cualquier lugar de la ciudad. En el momento en que llegaron no había nadie, lo que facilito atender a Daniel y tambien a Ancel, pero este último solo tenia leves raspadas, nada comparado con las heridas del mayor de todos, solo tenia en los brazos, cara y cuello algunas cortadas que parecían hechas con lija pero que no dejaban de sangrar.

-Muy inteligente la tipa esa- se atrevió a halagar Lixi mientras examinaba las heridas, a lo que los demás solo se limitaron a lanzarle miradas fulminantes. -¿qué?, es verdad…- esto no fue hecho con simples piedras- siguió diciendo.

-Esa maldita perra todavía se atrevió a decírmelo – dijo Daniel haciendo una mueca cuando Lixi le aplico algunas hierbas medicinales en el cuello. –Inanis Lapis- dijo Daniel, pero al parecer solo Lixi supo que quería decir y explicó.

- Inanis Lapis, es un tipo de magia de la tierra, muy difícil por cierto… – pero ellos seguían sin entender que quería decir – existe un tipo de tierra pura, así como el agua que nace de la montaña o el viento que se encuentra muy alto, este tipo de tierra es lo bastante pura, por lo que puede ser controlada con bastante facilidad, no es como el fuego…

-El fuego está contaminado- dijo Daniel, dirigiéndose específicamente a Ancel y Johan- no es como el agua que solo tomándola de la lluvia o de un glaciar puede servir, ni como el viento que por su constante movimiento se renueva a si mismo, no, el fuego lo tienes que crear del ambiente.

Johan parecía que acababa de entender- así que…las cosas más puras son como contenedores, no están contaminados, por lo tanto… no oponen tanta resistencia como...-se interrumpió- … como el fuego, y ese Lápiz o lo que sea que usó es un contenedor de energía y si te toca, puede dejarla salir, aunque…supongo que no dura mucho-

-Como una mina que va a contrarreloj y  te persigue- dijo Merrick chasqueando los dedos.

-Exacto, pero esas solo me rozaron el cuello y los brazos, si hubieran colisionado, no estuviera aquí- termino diciendo Daniel, muy sonriente, Ancel notó que era la primera vez que lo hacia desde que había vuelto.
-A todo esto, porque estás aquí- le dijo Ancel a Daniel.

-¿Cómo que porque estoy aquí?- respondió el otro mago de fuego sin entender lo que quería decir.
-Si, porque estás aquí y no con Gael- inquirió de nuevo

-El que está enfermo es él, no yo…-dijo incorporándose- además ese niño quería comer algo de esa cafetería, por eso salí, para comprar comida y eso hice, o hacia…hasta que esa perra comenzó a hablar…
De nuevo, nadie se atrevió a preguntar algo más. Daniel tomó un vaso de agua a través de la barra que conectaba la sala con la cocina y después se despidió, no sin dar gracias por la atención médica, - es muy conveniente que tengas tantas plantas aquí Merrick, Gael no mentía cuando decía que vivías en una selva.-
Se quedaron los cuatro solos de nuevo. Se encontraban mitad perplejos y mitad imponentes, ahora no había más secretos entre ellos.

-¿qué hacemos?- pregunto Merrick, abrazando a su gato siamés.

-Comer- respondió Johan frotándose la barriga.

Lixi, Ancel y Merrick rieron antes una respuesta tan sabia y terminaron cocinando incluso para la hermana mayor del dueño de la casa, Victoria , quien llego varias horas después, para sus suerte, nunca supo sobre Daniel, Gael o del incidente de la cafetería.

O eso creían cuando los novios y Ancel se marcharon.

-Oye Mer…¿sabes que paso en la avenida?, ¡hay todo un desastre!- preguntó sin rodeos mientras se recogía los rizos marrones en un chongo para dedicarse a lavar los platos. Ella y su hermano se parecían demasiado, si no fueran de diferentes edades podría decirse que eran mellizos. Los dos poseían esa abundante melena rizada y una piel pálida, solo que Merrick tenia una mirada más calmada que la de su hermana.

-No Viky, ni idea…- respondió y se encerró en su cuarto con su gato, de su mochila saco un trozo de piedra brillante, lo tomó del suelo de la cafetería, justo cuando los demás se preocupaban por Daniel. Jugueteo con el entre sus dedos y lo examino más a detalle, era ópalo negro de eso no tenia duda, lo que le intrigaba eran los colores que tenía dentro, parecían parpadear como pequeñas estrellas atrapadas…

Al siguiente día Lixi mando un mensaje masivo a los 4 para ir a visitar a Gael después de clases, todos confirmaron y fijaron que el punto de encuentro sería la fuente del patio trasero.

Era la hora de su almuerzo y los demás tenían clases, lo que significaba otro día en solitario para Ancel, no podía ser tan malo como sonaba, subiría a su escondite, leería o tomaría algo y luego regresaría para clases.

Entro en el edificio de Humanidades, donde tomaba clases de Historia y  Psicología básica, se escabullo por los pasillos para llegar a la escalera detrás de las cajas abandonadas y subió.

Por un momento se sintió libre, sin preocupaciones y dejo que la luz que se filtraba por el rosetón le bañara, sintió como si unos suaves y cálidos brazos le rodearan, manteniéndolo en paz.

-¡pero que bonito lugar tienen acá arriba!- Ancel reconoció al instante esa voz.

-¡TU!- grito Ancel, señalando a la chica del listón verde que estaba recostada en su sillón, el que estaba por el librero.

-¿Yo?- respondió ella, señalándose –No, yo no hice nada, esto es de ustedes- corroboró sonriendo.

-¿Qué haces aquí?- dijo algo molesto Ancel. No hacían falta motivos para que explotara pero tampoco era como que disfrutara mucho la compañía de esa extraña, porque eso era lo que seguía siendo para él.

-Pues… decidí explorar- dijo - por aquí hay taaaantos lugares misteriosos, que se me antojo conocerlos todos- explico dando pequeños pasos y acariciando el lomo de los libros.

-¿Pues ya conociste este no? Ya vete, vete o…-amenazó el joven aun señalándola.

-¿o qué?- reto ella mientras hojeaba un tomo de “Las crónicas de los cuatro”.

¿O qué?, se pregunto Ancel, ¿o qué?, ¿le iba a gritar?, ¿haría una rabieta cual niño de 5 años?, ¿lanzaría fuego?, ¿se atrevía a herirla?, ¿golpearía de verdad a una chica?

Ancel seguía pasmado, sin saber que responder-Tal como lo pensaba…- dijo ella suspirando, lanzo el libro hacia el sillón, y yendo hacia las escaleras saltó no sin antes decir con una sonrisa –nos vemos en clase

Y él, seguía ahí, parado y mirando a la nada. El “tan” aun resonaba en su cabeza. Su padre tenía razón en cuanto a la magia del viento, los magos que la dominaban parecía impregnarte de ella. Con un poco de dificultad se recostó en el sillón, apartando el libro de un manotazo. Ahora sí se encontraba solo, pero parecía que todos quisieran verlo explotar. Cuando la cabeza se le enfrió, sabia que no era gran cosa, después de todo… ese lugar seguía siendo parte del campus, cualquiera pudo haber entrado. Ese era el problema. No soportaba que alguien además de sus amigos hubiera entrado.

Pero ya no quería pensar en nada más, cerro los ojos y dejo que la oscuridad lo poseyera, tal vez así podría despejar su mente.

Lo cual no ocurrió pues en vez de calma, todas las escenas de cadáveres sin miembros, cuerpos quemados y cafeterías estallando pasaban frente a él cada que lograba conciliar el sueño. Así estuvo durante un buen rato, hasta que sonó la alarma de su reloj. Era hora de clase. ¿Por qué demonios tenia la alarma encendida, si de cualquier manera siempre llegaba tarde a todas las clases? No quería levantarse, su siguiente clase era arte, así que solo rodo en el sillón hasta dar con el borde y fue cuando algo duro cayó sobre su rostro.

Se sobó la nariz y miró de reojo el libro entreabierto, tenia una hoja doblada por la mitad lo cual le llamo mucho la atención, Gael nunca trataba de esa manera sus libros y mucho menos alguno como ese, que tenia cara de ser antiguo. Lo tomó por la pasta dura y lo jalo hacia él.

“Historia uno” leyó para sí el gran título plasmado en toda la hoja con letras miniadas “Los caídos del viento”.

 -¿Caídos?- dijo en voz alta sin tomarle mucha importancia, al final, ese parecía ser un asunto de Gael.

Tomó su mochila y la arrastró hasta las escaleras dejándola caer y antes de bajar por las escaleras solo pensó que necesitaban un buen método para esconder el escondite. Valga la expresión.

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