I
«El último de ellos también murió en algún momento, a causa de
heridas no tratadas.
—Así que todo termina de esta manera —ella cerró los ojos, resignándose
a su destino, cuando escuchó los pasos de su asesina detrás.
—Para ustedes, quizás —La mujer que había acabado con todos avanzó hacia
la muchacha que estaba arrodillada, con la cabeza de una persona importante
para ella apoyada en sus piernas como si solo estuviera durmiendo, una vista
poética para su muerte. Todos los pintores hablarían de ese evento como uno
digno de ser inmortalizado en óleos, lástima que todos estuvieran muertos.»
El joven cerró el libro disgustado aún si solo le restaban unas páginas
¿quién iba leer tanto, toda una colección de libros, para obtener ese
resultado? El héroe había muerto, el supuesto villano también (aunque él lo
leía más como un antihéroe que no se molestaba por su mala fama) y de la nada,
a menos de veinte páginas del final, aparecía de la nada una nueva villana, sin
nombre ni historia, procedía a utilizar un poder desconocido para acabar con
los personajes que habían visto crecer por más de mil hojas ¿Tanto deseaba la
escritora una tragedia? Hubo muchos puntos dónde acabar la historia de esa
manera ¿Por qué introducir un nuevo personaje solo para eso? Hasta un amateur
podría escribirlo mejor. Él podría hacerlo.
El atardecer pintaba la estructura metálica del tren que avanzaba
perezosamente sobre los rieles. Casi ya no había pasajeros, ya todos se habían bajado
en estaciones anteriores.
Siguiente parada, bajan todos los que estaban en el vagón y sube una
chica como cualquiera, sin ninguna preocupación por su entorno, con la cabeza
inclinada, con su atención fija en un celular, tecleando fervientemente.
«Probablemente chateando con un novio» racionalizó para sí mismo el
muchacho mientras la miraba discretamente. No era mal parecida, no tenía una
figura voluptuosa como la supuesta mujer ideal pero era esbelta, su cintura tenía
una ligera curva perceptible aún debajo de esa enorme chamarra rosa que llevaba
puesta.
—¿También lo estás leyendo? —La voz de la chica era ligeramente nasal
pero agradable. Aparentemente ahora hablaba por teléfono.
—¡Disculpa! ¡Te estoy hablando! —la chica movió ligeramente el hombro
del muchacho— En serio, ignorar a alguien cuando te habla aunque seamos los
únicos dos en este vagón.
El muchacho primero la miro fijamente antes de reaccionar:
—Ah sí, eh yo ya lo acabé pero no me gustó mucho el final honestamente
—logro balbucear.
—Estoy totalmente de acuerdo —la chica se sentó
en el asiento que quedaba perpendicular al de muchacho y que siempre le había
intrigado ¿Por qué no hacer líneas paralelas de dos asientos mirando al frente?
¿Qué necesidad había de ese asiento mirando a un costado? Para su fortuna,
había cosas más importantes que hacer en ese momento que preguntarse por la
estructura del tren y comenzó a
considerar otras cosas: ¿Qué razón tenía la chica de hablarle a un desconocido?
¿Le iba a pedir dinero? ¿No será una treta para asaltar?
—¿En serio necesitaba introducir a un personaje
para matar a todos los demás? ¡Qué final más estúpido para una historia!
Cualquier tonto podría hacerlo mejor si tuviera manos para escribir—agrego la
chica al ver que el muchacho continuaba mirándola sin decir nada.
¡Qué importaba si lo iba a asaltar, apreciaba
el buen arte y por tanto debería de seguir conversando con ella! Tenía razón en
que él podría hacerlo mejor…aunque no fuera ni un tonto ni un manco. Además, no
se veía que fuera peligrosa.
—Estoy de acuerdo —logró por fin vocalizar— fue
una decepción después de ¿Cuánto? ¿Cuatro libros? Además el marco sobre el que
escribe la trama queda algo flojo dado el resultado final.
—Tienes razón, lo narra como si todo hubiera
acabado bien cuando no es así —el muchacho pensaba que era porque ella había
muerto y maldijo no haber leído las últimas páginas—, al menos lo dejo de
manera que podría haber un quinto y último que arregle todo, se me hace tan
agradable la idea de lanzarse hacía el futuro para evitar que todo vuelva a
pasar.
—Sí, eh, Quizá podría haber un quinto libro de
acuerdo con lo que dices, honestamente no lo había pensado, me pareció más del
tipo de finales distantes —improvisó para no quedar como un tonto. Mal día para
dejar una lectura a medias y mal día para decir una mentira.
—¿Con que personaje te identificas más?
—Cuestionó la chica— Te me haces un
Éter— estaba equivocada, no había pureza en él, no era ninguna clase de héroe
del que se contarían historias. En todo caso sería más como un carbón, por no
decir un cabrón.
—No lo creo, para nada, soy más un Aschra
—confesó el muchacho.
—Buena elección, te gusta parecer el
inteligente —se burló la chica y él se sorprendió— ¿Y que Maschra es la que te
oculta, Éter?
La autora había sido dolorosamente obvia con
sus nombres y sin embargo funcionaban tan bien, no parecían presuntuosos y bien
podrías predecir la trayectoria de la historia salvo por el final
—¿Entonces tu serías Laia? —se burló el
muchacho, siendo Laia la protagonista femenina de la historia y quizá con mayor
influencia en los eventos que el héroe.
Fuera ese trío los tres personajes más
importantes de la historia: Éter, Aschra y Laia. El héroe, el villano y la
damisela en peligro aún si sus papeles iban más lejos y era ese el encanto de
la historia del autor.
—Casi, mi nombre es Lia —y así, el muchacho
había obtenido su nombre.
Suena la campana de que habían arribado a la
estación, ambos bajaron y se perdieron entre la gente, no dijeron nada pero no
se separaron hasta que ella, al salir del edificio, rompió el mágico silencio.
—¿Sabes? No poder vernos después de esta tarde
sería un final tan malo como el del libro ¿Me das tu número? —la chica tomo de
nuevo su celular, color rosa, y comenzó a crear una nueva entrada en el
directorio, leyendo en voz alta— Aschra
El joven suspiró, sacó su celular de su bolsa y
dicto el número con calma, ella confirmó con una llamada y ambos tomaron
distintos caminos.
Era un atardecer como cualquier otro, las
personas volvían de trabajar y los estudiantes paseaban con sus amigos y/o
novias después de un arduo día de clases pero él paseaba solo, no porque no
pudiera tener compañía si no porque no la deseaba; muchos pensarían que era una
existencia triste, vacía o aburrida pero él estaba bien así e iba de acuerdo a
sus principios:
«Con la excepción de hoy, soy casi invisible,
soy el tipo de aguafiestas que aburre a casi todo mundo» Pensó para sí, por los
eventos increíbles de esa tarde.
Llegó a la puerta de su casa y busco la llave,
intentó torpemente introducirla un par de veces antes de atinar la alineación
correcta y la giró con dificultad, peleando con la fuerza que tenía la
tendencia de atorarse al ser de madera. Una casa antigua y aburrida, apropiada
para una persona anticuada y aburrida, como él.
—Ah, llegaste —le saludo un muchacho de
secundaria que comía papas mientras veía la televisión, era su polo opuesto, su
némesis: su hermano.
Verlos juntos, quizá sería difícil ver quién
era el mayor, siendo que él, a pesar de estar en preparatoria, tenía una complexión mucho más delgada que la
de su hermano menor que era más alto y sus músculos estaban marcados, «Como
tumores» agregaría él, debido a su gusto por el basquetbol.
—Ah, estás ahí —replicó con el mismo desinterés
antes de arrojarle, haciendo acopio de todas sus fuerzas, su mochila que su
hermano atraparía sin si quiera ver y depositaría en el suelo de manera
estruendosa.
—¿Qué te pasó hoy? No tienes esa misma cara
siempre —preguntó el hermano, metiéndose en lo que no le importaba.
—Cierra la boca —respondió tajantemente y abrió
su celular para checar el número que había conseguido ese día, su hermano se
lanzó desde el sillón y se lo intentó arrebatar, logró defenderlo por unos
minutos antes de que le fuera arrebatado.
—¿Lia? Oh, con que al fin tienes novia —se
burló su hermano.
— Actúas como un niño de secundaria— le
recriminó—. Oh, espera, Lo eres —dijo tajante.
—Tú actúas como uno de primaria y no lo eres,
yo que me preocupo por ti y tú me sales con eso —el hermano le entregó de
manera diplomática el artefacto electrónico de comunicación a distancia dónde
estaba almacenado el número de una muchacha que había conocido hoy en el tren.
—Si te preocuparas por mí, no estarías
agregando palabras de más como «Al fin» —recriminó—. Yo, como hermano
responsable, te mandaré a hacer la tarea —dijo con la mayor autoridad que podía
hacer con su voz.
—Luego —y sin embargo, era ignorado.
Una ligera sonrisa apareció en sus labios, esa
vida cotidiana por la que vivía, esas cuantas personas que se atrevían a entrar
a su mundo eran las que valían la pena y que se fueran al diablo todos los
demás ¿Fiestas llenas de alcohol? ¿Orgias? Él no era de ese estilo era algo,
quería creer, superior.
—Hermano, —preguntó antes de subir las
escaleras al segundo piso, donde se encontraba su habitación— ¿Cómo sería yo si
fuera el protagonista de una novela de fantasía heroica?
Su hermano pensó un poco, la literatura era lo
único que los unía.
—No sé ¿De qué tipo? La verdad no te imagino
como un héroe de espada matando dragones para salvar princesas —se burló su
hermano— ni luchando en general, si fueras un héroe serías como Bilbo o como
Lyra.
—¿Y la historia terminaría en…?
—Si fuera una historia normal, con tu capacidad
física y tu forma de ser, sería un final cruel y horrible a unos cuantos
capítulos de iniciar.
—Eso pensé —parecía algo decepcionado al
respecto. El hermano decidió intervenir.
—Pero a ti te iría más un papel como de orquestador
¿Me explico?
—No. —confesó el muchacho.
—Quizás no estés al frente venciendo a los
malos, porque serías algo débil para hacerlo pero no necesitarías combatir para
ganar, tu harías que la situación te favorezca y jugarías todos los bandos a tu
favor…Aunque ahora que lo pienso eso suena algo más de un villano, no se me
viene a la mente ningún héroe que hiciera eso, al menos del género
especificado.
—Lyra podría entrar ahí, quizá. Lengua de
plata, finalmente.
—¿me dirás el porqué de tu pregunta?
—Déjame pensarlo —fingió considerarlo— No.
Y subió las escaleras.
«Como lo sospeché, una persona como yo jamás
sería Éter»
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