noviembre 04, 2013

Prologo -El club de baloncesto

«Mi nombre es Glenn Rosenberg y tengo diecinueve años. Una noche de brujas terminé en la recámara de una puta y, después de darnos un revolcón, me ofreció convertirme en lo que vosotros llamáis vampiros. Entonces andaba alcoholizado, no sabía lo que hacía; pero veinte años más tarde no me arrepiento de mi decisión. —Glenn Rosenberg terminó de fumar el cigarrillo y soltó la colilla desde el rascacielos más alto de Ciudad Universum. La ventosidad de una corriente de aire la arrastró como una pluma de cuervo, despacio; y dibujó el recorrido de una voluta de humo bajo oscuridad. O más bien, bajo las sombras. Sombras vivas. Sombras de fantasmas embravecidos que  disfrutaban de la vida nocturna. Con la parsimonia del morir de la juventud, el vampiro aspiró el olor de una fragancia conocida: una mezclilla de alcohol, humo, sexo y testosterona se elevaba en una tolvanera invisble con dirección a los nubarrones de humo—. Pronto empezará a llover— pensó Rosenberg—. Pronto lloverá rojo.» Lo que quería decir realmente era que llovería sangre. El cielo se confabularía con una noche libertina para vendar los ojos del mundo y entonces caería el Diluvio.

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