diciembre 06, 2011

Deseo -Capítulo 5: Nacido del Deseo


Capitulo 5: Nacido del deseo

Corrí por las calles a toda prisa viendo como objetos, personas e incluso edificios enteros se desintegraban en pequeños puntos y se iban volando hacía el cielo.

Prácticamente más de la mitad de la ciudad desaparecería a este paso y lo peor era que sabía la razón.

Fui atrasado cuando un auto perdió una llanta y estuvo a punto de arrollarme pero el conductor logró girar hacía un lado y esquivarme solo para alejarse varios metros e irse por un barranco.

Note la tendencia: si el deseo no era algo que se pudiera retirar, como un objeto o una persona, entonces sería retirada pero, sí era algo intangible, como el evitar una tragedia, entonces esa tragedia sucedía en ese mismo instante en que el destino decía “ya no más”.

Llegué a la casa y me topé con que no había energía eléctrica. Suspiré y comencé a avanzar cuidadosamente, abriendo puerta tras puerta.

—Hermana ¿eres tú? —escuché su voz, sonaba ronca. Supuse que habría estado llorando.

“No, soy yo” respondí “Afuera es una locura”.

—¡Vete! —gritó, ese grito me dio su posición y me moví con más facilidad por la casa.

“¿Qué te pasa? ¿Por qué quieres que me vaya?”Esto lo pude decir en voz baja pues ya estaba cerca.

Al llegar a la puerta intente abrirla pero estaba cerrada con seguro.

“Déjame pasar, por favor” intente calmarme un poco, también yo estaba agitado.

—No es necesario que abras la puerta para poder hablar —Su voz se quebró, estaba demasiado ronca para poder seguir gritando.

“Mira, no quiero que te lastimes más la garganta ¿por qué no me dejas acercarme?” intenté dialogar, solo escuche como la puerta era abierta y la empuje para entrar.

—No vengas, no quiero verte —advirtió.

“No se la razón pero ¿puedo sentarme de espaldas a ti?” ella estaba vestida con su ropa para dormir y muy despeinada. Me senté en el suelo justo a sus espaldas.


—Está bien pero no me hagas verte, ya no tengo cara para verte —ella se sentó y se recargo en mi.

“¿qué le pediste a la piedra?” pregunté con seriedad.

—¡Supongo que ya debes saberlo! Usa tu mente —ella respondió agresivamente y eso me sorprendió.

Me lleve la palma a la frente e intenté pensar pero no se me ocurrió nada.

“Fuiste la primera en perder tu deseo” comenté “Por eso estabas tan desanimada y misteriosa en el parque de diversiones”

—Si —respondió ella —¿Nunca te habías preguntado por qué siempre sabía qué hacer? ¿Por qué siempre podía intuir lo que sentías o pensabas?

Algo hizo clic en mi cabeza y lo entendí todo:

“Me estás diciendo que…” me paré en mis palabras, no sabía cómo decirlo “¿¡que puedes leer la mente de las personas!?”

—Podía —puntualizó—, por eso podía hacer que todos me quisieran —dudó un poco y continuó— era como hacer trampa en los exámenes, sabía que contestar para cada pregunta.

Era cierto, ella siempre había tenido una grandiosa capacidad de intuición, casi sobrenatural.

—El silencio es porque lo entiendes ¿no? —Su voz sonaba débil y triste—. Todo fue una mentira…-decidí interrumpirla.

“¿qué fue una mentira exactamente?” pregunté. Me imaginaba la respuesta pero no quería creerla.

—Nuestra relación, siempre sabía qué hacer para complacerte, siempre sabía si te agradaba o no…

“¡Eso no es cierto!” intenté defenderme o más bien, defenderla.

—¿Qué no lo notaste en el parque de diversiones? Ya no sabía qué hacer, las luces estaban apagadas para mi, estaba ciega —escuché lo que sería como un gemido ahogado y ella continuó— Apuesto que ahora mismo me debes estar maldiciendo por haberte usado…

“Si te estoy maldiciendo pero no por eso” respondí mientras tomaba sus manos que ya se encontraban a mis costados, aún así obedecía a la petición de no ponerme en su campo de vista.

—¿eh? —fue lo único que pudo decir antes de que iniciara mi discurso.

“¡Eres una tonta, en el parque de diversiones ni siquiera lo intentaste!” intenté decir eso de manera calmada pero lo solté como un regaño, debido a esto suavice el resto del mensaje que deseaba transmitir “Tu sonríes no para agradarle a la gente como dices ¡si no porque no quieres confiar lo que realmente piensas!” inspire un poco mientras estructuraba mis palabras “No es que requieras leer la mente de los demás, es que nosotros requerimos algo para leer la tuya”.

—Pruébalo —¿estaba feliz? Parecía que disfrutaba que yo intentara desesperadamente convencerla.

“¡mierda, si los sentimientos no se pueden probar!” me quejé.

—Si no se prueba no existe —maldije a mis adentros— ¿esa es parte de tu filosofía no?

Busqué alrededor del cuarto y noté que debajo de la cama estaba un libro a medio abrir, lo alcancé y me di cuenta de que libro era.

“estabas leyendo este libro ¿verdad?” lo hojee un poco aunque ya lo había acabado varias veces, recordé que había dejado mi ejemplar en donde me encontré con su hermana y maldije a mis adentros pero continué “Es curioso ¿no? Que 2 personas tengan exactamente el mismo libro favorito…” ella iba a hablar pero yo hable antes “No me digas que no es así porque no me conocías, entonces nunca pudiste haber leído mi mente y hacer de ese libro tu favorito, incluso cuando me lo mostraste esa vez estaba bastante barajado lo que significaba que lo habías leído mucho”

Ella guardo silencio y se apoyó en mi espalda.

“la migraña era por ese mismo poder ¿no?” quería aclarar algo “Si yo pierdo el quicio cuando hay mucha gente hablando a la vez no me quiero imaginar a esas personas y a sus mentes hablando al mismo tiempo ¿la enfermedad es real?”

—Supongo que te lo puedo confiar —su voz ya no sonaba débil, sonaba resignada como quien espera la muerte— eso solo se convertía un problema a veces, el verdadero problema era cuando todos los pensamientos eran cosas crueles sobre mí, llegaban a provocarme desmayos —Así que por eso se desmayaba.

“Ya veo ¿tienes las pruebas suficientes? Tu misma me has contado algo”

—Es por eso que todo es una mentira —ella se levantó y por sus pasos supuse que caminaba hacía a la ventana— esa solo fue parte de mi deseo…

Eso fue definitivamente inesperado.

—Mi deseo también fue, alguien que me comprendiera —No puede ser que…— ¡Tu estás aquí porque yo te desee!

“¿sabes que no creo en la piedra?” comencé a decir y caminé hacía ella “Les pedí que revivieran a mis padres y no lo hicieron…”

—Porque debías carecer de padres para comprenderme —luchó.

“Ya ¿entonces porque no tengo un hermano simpático?” me mofé, nada tenía sentido.

—Porque… —No la deje responder, detuve sus palabras con un beso que supo a sal, ella estaba lorando otra vez…

“Así que voy a desaparecer” sonreí un poco y la miré directamente “Entonces grábate mi imagen, que se queme en tus ojos”

—¿para qué? ¿Para aferrarme a un sueño? —protestó.

“No, para que cuando logre violar la teoría de que todos los deseos se van a la inexistencia pueda regresar y tú me reconozcas” la abracé “No me importa si es la piedra de los deseos o incluso dios, volveré y todo esto porque…olvide mi libro con tu hermana”

—¿Cómo puedes hacer bromas en un momento como este? —sonrió un poco y me volvió a besar, de ese beso nunca me separé porque justo después todo se volvió blanco, todo se estaba deshaciendo como en el sueño que tuve.

Solo que ahora entendía que todo estaba normal y yo era el que desaparecía.

2 comentarios:

  1. Viendolo con otros ojos, más viejo y quiero creer que más sabío, reconozco un bonito capitulo de amor y fantasia aqui.

    Es fantastico. Me gusto mucho como el personaje a pesar de todo, mantiene su escencia de ser finalmente un poco bicho raro y demas.

    A su vez, el como todo toma sentido y demas es magistral. No es como si leyera un misterio ideado por Conan Doyle o similares, pero tiene una estructura y logica que me encanta y le a mas empuje a todo esto.

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  2. wow! esta muy buena esta parte, nunca me lo hubiera imaginado, me gusta como esta narrada lo entiendo muy bien y es muy fluida, seguiré leyendo.

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