noviembre 27, 2012

Simulacro -Capítulo 7: La eterna victima

Desperté y descubrí que no nos habíamos movido en toda la noche, ella seguía orientada hacía mi y aún podía sentir su aliento sobre mi rostro.

A diferencia de cuando estaba despierta podía sentir cierta paz emanando cuando dormía, podía ver, sin necesidad de leer su mente, que en sus sueños iba a cualquier lugar que quisiera estar y esa libertad la tenía mucho más feliz que la jaula que representaba la realidad para ella en este periodo de su vida.

No, una jaula estaría implicando que esta encerrada en algún lugar cuando el verdadero problema es que no hay lugar al que ella pueda entrar. Era muy similar a mi en posición pero en mi caso yo había elegido exiliarme de la jaula mientras que ella parecía haber sido lanzada fuera contra su voluntad.

Mientras espabilaba miré nuevamente el cuarto de la chica que dormía a mi lado, parecía haber decaído de un día a otro y se veía relativamente vacío además de que un silencio diferente al de la noche anterior era el que nos rodeaba, un silencio violento.

Me levanté cuidadosamente, evitando despertarla, y me dirigí a la puerta pero al intentar abrirla me topé con que estaba atascada y el ruido me había hecho fracasar en mi objetivo secundario.

—¿A dónde vas? — ella se levantó perezosamente de la cama, sonreía sarcásticamente y me miraba con los ojos entrecerrados debido a la luz.

—Solo quería explorar —confesé—, siento que algo cambió de ayer a hoy.

—Hoy, si no me equivoco, es un día lleno —explicó— un día con muchas personas.

—Cierto —recordé la explicación de Ivy, que alternábamos entre un mundo con personas que parecían no estar conscientes del ciclo y un día en el que solo estábamos los protagonistas de la repetición de éste sábado lluvioso.

—No me gustan estos días —comentó— todas esas personas, ignorantes de lo que les sucede, solo sirven para contaminar el ambiente y hacer peor mi día.

—¿peor? —cuestioné.

—Sal a explorar, ya iré yo —había evadido rotundamente mi pregunta— necesito privacidad un momento.

Obedecí, me dirigí afuera esperando encontrar el mismo escenario que ayer pero el día de hoy, un día con gente, no había ni rastro de las personas que había conocido anteriormente y todo parecía indicar que estábamos en un almacén común y corriente.

Camine por la baranda que me daba vista de todo el lugar, chirriaba y parecía como si hubieran pasado años desde el día anterior que yo había estado ahí. Todo se veía tan descuidado a pesar de que hubiera más personas capaces de hacerlo, me daba un sentimiento de melancolía con el recordar el refugio en el que se convierte los días vacíos.

Claro, si no había refugio Veritas no tenía dónde dormir y no tendría contacto humano de no ser por mí. Recordaba perfectamente como se veía el primer día, es chica ignorada por todos y empapada por la lluvia, aquella a la que el dirigirle la palabra me involucró en todo esto.

Mis pensamientos fueron interrumpidos por pasos frenéticos a nivel del suelo y rápidamente, por instinto, me oculté en las sombras y observé para ver quien se dirigía a ese lugar: Era el muchacho del otro día.

Me alegre porque el ciclo curaba mis heridas en cada reinicio pero no pude distraerme mucho tiempo en sentir alivio pues justo detrás de él entraron dos hombres, uno traía un palo y el otro traía un arma de fuego. No necesitaba ser un genio para saber que sería peligroso estar ahí y que todo acabaría si me veían.

Intenté retirarme disimuladamente al lugar de donde había llegado, esforzándome en no hacer ruido ni hacer nada que hiciera a los hombres armados el fijar la vista hacía arriba, donde yo me encontraba.

Suspiré, intenté tranquilizarme y estudié nuevamente mi entorno: estaban acorralando al muchacho y él sería la distracción perfecta para escapar y advertirle a Veritas de las visitas pero no podía dejarlo así. Una botella en el suelo me hizo hacer ruido pero me dio una idea.

—¡hey tú! —ya estaban volteando para inspeccionar el ruido pero mi grito hizo apresurar ese giro y me permitió lanzar la botella directamente a la cara del hombre del arma de fuego, soltó un disparo que afortunadamente no impacto a nadie, que se llevo las manos a la cara que ahora estaba sangrando. El muchacho hizo lo suyo y lo derribo rápidamente para salir corriendo.

No podía sentirme mal por quienes intentaban hacer daño a otros. Sería contradictiorio.

Me alcé sobre la baranda del lugar y sin pensarlo dos veces me le fui encima para evitar que persiguiera al muchacho, él me sirvió para acolchonar la caída y prevenir que tuviera heridas por tal acto heroico y estúpido. El sujeto no tuvo tanta suerte y se golpeo la cabeza contra el suelo, quedando inconsciente.

Sin embargo, me descuidé y el hombre de la cara sangrante había tomado el arma y em estaba apuntando nuevamente. Temí lo peor.

—¡Atrapala! —un pedazo de metal, le golpeo nuevamente la cabeza al sujeto y ví que Veritas había salido a ayudarme pero no podía prestarle atención a ella aún. Corrí contra el hombre del arma y lo empujé contra una pared para dejarlo inconsciente también.

—Luego te explico, intenta atarlos o algo —salí corriendo y me pareció ver que Veritas estaba sonriendo ¿Era acaso que sin mi ese muchacho no lo lograra? ¿A este tipo de cambios debía dedicarme?

En el camino había pasado a coger palo por si podía serme útil e intente seguir mis instintos para penar en la ruta de huida más sencilla para el muchacho cuando llegue a las afueras del puente y decidí que ir hacía las sombras sería más útil así que debía estar cerca, entre toda la basura que había por aquí.

Giré en uno de los rincones y vi como un objeto se precipitaba hacía mi. Por reflejo me agaché, flexioné mi torso y utilice mi mano para apoderarme de la garganta de mi atacante, utilizando el mismo muro como apoyo para atraparlo.

—¿Por qué me ayudaste si ibas a hacer eso? ¿Por qué me estás siguiendo? —preguntó el muchacho aun queriendo escapar— ¿Por qué atacas a los tuyos?

Al ver quien era, aligeré mi agarre pero no podía dejarlo ir o volvería a salir corriendo.

—Esos idiotas no son los míos;  no te estoy siguiendo,  solo has tenido la suerte de que esté ahí dos veces para salvarte y te ayude porque era lo que debía hacer. Ahora si te molestaras en presentarte en lugar de hui tal vez pudimos haber evitado todo esto —le solté el cuello pero no baje la guardia.

—¿Tú eres Isaías? —preguntó el muchacho, parecía estar aún en secundaria o entrando a preparatoria.

—¿Quién te dijo mi nombre? —Confirmación y pregunta en una misma oración. No se molestó en revelarlo.

—Mi nombre es Oscar —fue lo único que obtuve de él.

—¿Por qué las dos veces que te he encontrado has estado cercano a la muerte? —pregunté con cierta molestia —eso de pelear no te va para nada.

No era más que un niño, tenía ropa de buena calidad y no tenía cicatrices visibles, definitivamente no era del tipo de hombres que hablaban con los puños aún si fuera necesario.

—Ellos casi la matan —fue lo único que dijo— no podía permitírselo.

—¿A quien? ¿Dónde? —quería ver si podía evitarlo.

—Si estás planeando usar el ciclo para protegerla, me temo que fue ayer —eso me descolocó, el también sabía del ciclo.

—Y, supongo, tus enemigos también saben de este ciclo —completé.

—Tú dijiste que me habías encontrado dos veces a punto de morir, eso te hace un tercero —no era fuerte, pero era listo.

—Bueno, deje a una amiga con tus enemigos así que mejor me cuentas en el camino —recordé a Veritas y me preocupé.

Volvimos corriendo, no hablamos, pero cuando llegamos no había absolutamente nadie en ese almacén.

—¡Carajo! —golpee la pared con fuerza.

—Al menos fue hoy, podrás evitarlo mañana —comentó. Por alguna razón me sentí más molesto con él.

—¿Y crees que a ella le hará bien esa experiencia? ¿Crees que merece eso? Ella de por si ha sufrido mucho y… —exploté pero fui interrumpido.

—¿Y que hay de los demás? —el muchacho, Oscar, apretó con fuerza los puños y también explotó — Deja de hablar como si sus problemas fueran los mayores, los de ella tienen solución porque este maravilloso día mágico que todo lo puede te lo permitirá pero ¿Qué hay de todos ellos que quedaron heridos antes de ese día? ¿Crees que es justo no poder evitar algo por más que lo intentes?

Solía pensar como él pero ahora era mayor.

—No es justo, pero así es la vida —comenté. Era algo que los adultos suelen decir y que yo odiaba pero tarde o temprano se entiende.

—¿Entonces estás consciente que el seguirme pudo haber condenado a tu amiga en otra vida a la muerte o algo peor? Esos hombres…no, esos monstruos no perderían ninguna oportunidad antes de asesinarla.

Me quede sin palabras.

—Escúchame bien, ellos están atacando chicas cada dos días, debemos de destruirlos y poner bien este día para que no puedan volverlo a intentar.

Destruir, palabras muy grandes para alguien como él.

—¿Y como pretendes hacer eso? —me burlé.

—Sé que no estás de humor, pero tengo dos favores que pedirte y uno es que me acompañes a verla, después te lo explicaré todo —el intentó jalarme pues yo seguía congelado en mi lugar.

—Está bien —respondí automáticamente, tenía que encontrar a Veritas rápido. Antes de que el ciclo acabara.

Salimos del laberintico lugar que Veritas solía habitar y volvimos a la ciudad cuando la lluvia usual comenzaba a caer.

Justo como lo sospeché nos dirigimos hacía la zona rica de la ciudad y entramos a un hospital privado dónde pedimos cita para una supuesta Ann Dienger, probablemente extranjera y mi acompañante utilizo sus conexiones para forzar la entrada. Aparentemente se conocía con una de las enfermeras.
Llegamos a una habitación en particular y él se detuvo ahí, abrió la puerta con muchísimo cuidado, como si se rompiera si la vieras feo y dentro encontré a una muchacha conectada a sondas que la mantenían viva. Ella dormía.

—Jamás despertará —explicó el mientras acariciaba su mejilla —ella no desaparece los días como mañana pero tampoco despierta. No despertará porque necesita más de un día para curarse.

A pesar de toda su palabrería, sentí cierta simpatía por él y noté todo el afecto que sentía por la persona que esos hombres habían lastimado profundamente.

Algunas veces, las heridas de otros nos duelen más que las nuestras.

—El otro favor que quería pedirte —hablaba más despacio, más de acuerdo a como debería actuar —es que me enseñes a pelear como tú. Esos tipos no son muy buenos pero yo soy peor —dudo un poco— Sin embargo, ella me dijo que te esperara y que tu podrías acabar con todo esto.

—¿Ella? —volví a preguntar.

El solo la miró y eso me extraño, nunca había visto a la chica que era su objeto de devoción a tal grado de abandonar sus lujos para unirse a un mundo de dolor con tal de vengarla.

Ella era pequeña, de su edad, de tez clara y cabello cobre que colgaría por su cuello si estuviera parada. No la habría olvidado y sin embargo ella me conocía y sabía de lo que Verónica aparentemente había profetizado y no que haría respecto a la situación actual.

—La verdad no tengo idea, pero haré lo posible —cuando parecía que se iluminaba su rostro decidí bajar sus esperanzas— Necesitas más de un día para que te enseñe y será más rápido si utilizo mis contactos para descubrir lo que pueda de tus atacantes ¿Antes habían mencionado a un tal Eric y me habían confundido con uno de los suyos?

—No se quien sea realmente — confesó— solo sé que esos hombres lo idolatran.

—Ya veo —eso me llevó a recordar como ivy idolatraba a ese hombre misterioso y entonces algo hizo click en mi cabeza.

—Sé quien si podrá ayudarte —no nos agradábamos, aparentemente no podía entender “El sufrimiento del mundo”  pero parecía que él quería ayudar a quienes lo necesitaban y Oscar era uno de ellos.

—Solo que, no puedo salir sin que me ataquen y están vigilando mi casa —perfecto, tampoco tenía hogar, otra cosa que adjuntarle a la petición.

—De todo eso, nosotros nos encargamos, solo debes de acompañarme —intenté hacer un mapa mental de la ruta que Ivy nos había hecho seguir el día que fuimos a conocerlo y esperé que estuviera ahí mismo, si no fuera así, solo tendría que pedirle ayuda a Ivy.

Por primera vez, podría hacer algo por alguien en ese ciclo y no pretendía fallar. Esos que se llevaron a Veritas iban a pagar.

1 comentario:

  1. Bueno poniednome al día con todo lo que deje atrasado el año pasado... en parte porque me falta una historia tuya, otra de Feel y las de kamo... pero bueno.

    Viejo, este es tu genero sin duda alguna. Haces que esta fantasía se sienta mistica y real a la vez, me encanta jodidamente.

    Por otro lado la evolución del personaje de Isais va viento en popa, y neta me gusta la mancuerna Isaias-Veritas. Son fabulosos.

    Por último este personaje, Oscar, esta genial, me agrada, es un giro fresco.

    Sigo leyendo.

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