Fueron casi los últimos en
llegar, en el lugar ya se hallaban varias personas intentando controlar el
incendio. Ancel tuvo que derribar gente para poder pasar mientras gritaba “¡Es
mi casa!, ¡Déjenme ir!” Johan y Merrick lo tenían por los brazos y con cierta
dificultad podían controlarlo.
-Tranquilo chico, lo tenemos
controlado- le dijo un hombre tomándolo por los hombros y buscando su mirada en
un intento por tranquilizarlo.
Parecía no haber comenzado
hace mucho, el fuego venía del interior y por las ventanas se alcanzaba a ver como las cortinas eran
consumidas con gran facilidad. La puerta principal se abrió y de ella salieron
dos hombres cargando el cuerpo flácido de su madre, y la depositaron cerca de
la acera, Ancel se liberó de Johan y Merrick y corrió hacia ella, su cara
estaba llena de hollín y tenía un golpe en la cabeza no parecía ser muy grave
pero su cabello ya se había manchado de sangre.
-Ella está bien, solo fue el
golpe- dijo uno de los hombres, cuando Ancel lo miro vio que era su padre ¿Por
qué no lo había reconocido? Tal vez fue por la ausencia del suéter de siempre y
porque no llevaba los lentes, no lo sabía con exactitud, se encontraba algo
aturdido.
Una explosión hizo que todos
miraran al otro lado de la calle y la casa que estaba justamente en frente
ahora también estaba en llamas.
-¿Pero qué
demonios?...-exclamaron varias personas cuando una segunda explosión se dio,
pero esta vez fue un poco más allá, en la segunda casa a la derecha. Fue como
una reacción en cadena una tercera…cuarta…hasta que finalizo con la de Gael, y
ahí se desato el caos. La gente corría a sus respectivos hogares, perplejos
miraban como comenzaban a consumirse y pronto la atención de las personas
estaba distribuida entre todas las familias, ya no solo era Ancel el afectado,
sus vecinos no sabían que hacer, algunos lanzaban agua y tierra como podían
mientras que los magos intentaban controlar el fuego con sus poderes con la
esperanza de callar los gritos de sus seres queridos.
Una señora imploraba ayuda,
ella no era maga y ya era algo mayor. Sollozaba algo. Un nombre.
-¡AYUDA! ¡AYUDA! ¡MI POBRE
JULE!- decía – ¡Estaba adentro! ¡Aún sigue ahí!- le explico a un hombre que se
acercó a ayudarla.
Lixi estaba a un lado de
Amanda, se había acercado para
ayudar, Johan y Merrick se dedicaban a
intentar extinguir las llamas de la casa de Ancel quien seguía desorientado.
Luego como si fueran agujas en su corazón, gritos salieron de su casa, gritos
que reconoció al instante. Kylie y Emi estaban dentro.
Sihab también los oyó y se
levantó al instante y corrió, pero no llego muy lejos. Su pierna estaba herida
y nadie lo había notado, tal vez fue la adrenalina lo que le ayudo a sacar a
Amanda de la casa, pero ahora el también estaba en problemas. Estaba rojo de
coraje y frustración.
Ancel se levantó y corrió
hacia la casa ignorando los gritos de Johan y Merrick cuando paso a un lado de
ellos. Saltó los escalones principales y entró. El humo y el calor le golpearon
inmediatamente e intentaba guiarse por los gritos de sus hermanas.
-¡EMIIII! ¡KYLIEEE!- las
llamaba – ¡No dejen de gritar! ¡Ya voy!- al parecer se encontraban en la sala
de entrenamiento.
Sorteo el camino hasta allá y
no fue algo fácil, había una ráfaga de viento algo peculiar que hacía que las
brasas se alzaran, algunas de ellas las pudo esquivar pero otras le dieron en
la cara o le quemaban el cabello de a mechones.
Por fin llego al garaje, la
puerta estaba medio abierta y entro sin pensarlo.
Emi y Kylie estaban agazapadas
en la esquina izquierda, una contra la otra abrazadas y llorando. Aún llevaban
el uniforme de la escuela. Parecía que Emi había tratado de usar su magia sin
éxito, pues había todavía algunas gotas de agua sin consumir.
Su hermano se lanzó contra
ellas y las abrazó fuertemente.
-¿están bien? – les preguntó tomándolas de la
cara y examinándolas, pero ellas no parecían responder, tenían los ojos fijos
hacia el frente.
-Ellas están bien- dijo
alguien detrás de él, y giro para ver de quien se trataba.
Dos mujeres enfundadas en
negro estaba ahí, una de ellas parecía estar usando su magia pues sus alhajas
brillaban. Y la otra, claro que la reconocía, era la misma mujer de la
cafetería, la que ataco a Daniel. Pero no fueron ellas las que hablaron, fue el
hombre que estaba recargado en el equipo de entrenamiento y detrás de él había
algo en la pared.
Desde que tuvo la visión, cada
día trataba de olvidarla, convenciéndose de que solo había sido un mal sueño o
de que algo estaba mal con él. Pero ese mal sueño lo había alcanzado.
Ahí, en esa pared, se hallaban
el cuerpo del hombre a quien salvo hace días, con la piel desgarrada, sin
cabello, solo con un pedazo de tela cubriéndole y lo miro directo a los ojos
fugazmente, se veía en paz.
Y sin decir más, una flecha le
atravesó la cabeza, acabándolo.
-Bueno, creo que está hecho
–dijo el hombre a quien no identificaba de todo, no parecía de por ahí, se
parecía mucho al padre de Gael, pero no era él, esta persona era algo mayor y
tenía los ojos tan azules que cualquier chica podría perderse en ellos. Se
levantó y miro a las otras dos.
-¿Este es el chico?- preguntó.
-Sí- respondió la pelirroja
- ¿Y no lo reconociste?-
volvió a preguntar el hombre.
-¡Yo no sabía, ok!- dijo algo
molesta- ¡No voy por la vida preguntando a la gente si llevan caídos!
-Pues deberías- dijo el tipo
sin cambiar su expresión y se acercó a él mirándolo a los ojos.
-Parece que tú tienes algo
especial, una clase de…regalo, ¿no?- pregunto inclinándose un poco para quedar
a su altura, él era bastante más alto que Ancel, casi parecía de otro mundo.
Ancel no respondió.
-Mira Ancel… yo quiero hacer
esto por las buenas, solo quiero lo que te dio tu amigo Gael – dijo
pacientemente, como quien explica las sumas con manzanas.
Ancel se sorprendió por un
momento, no solo de que supiera su nombre y el de Gael, sino porque sabía que
éste le había dado algo.
Su collar no brillaba ahora,
porque no estaba usando magia, pero lo llevaba puesto y su silencio y mirada
inestable parecía haberlo delatado.
El extraño sonrió.
-¿Lo estas usando, no?
Ancel siguió sin responder, no
porque no pudiera, sino porque el cadáver que estaba detrás de él lo distraía.
Fue gracias a un gran chasquido de madera que pudo reaccionar.
-Aléjate- dijo automáticamente
y luego pensó “Genial Ancel, este tipo
puede matarte si lo quiere y tú todavía le das ordenes, ¡qué estúpido eres!”
-Eso no es algo que te
importe- contestó inmediatamente el extraño y le tomo con sus dos grandes manos
en pecho y le abrió la chaqueta de un tirón, dejando relucir la piedra azul
atada a la cadena de su cuello.
Y algo curioso pasó, el
extraño llevaba un anillo con una gema del mismo color que su collar, y las dos
piedras comenzaron a brillar con la misma intensidad y al mismo tiempo.
Ancel reacciono y como
impulsado por una descarga eléctrica prendió fuego a su puño e intento golpear
el rostro del hombre.
El rostro del extraño cambio
de ser sereno a una ira incontrolable y fue más rápido que Ancel, pues esquivo
el golpe y se lo devolvió, todo en el mismo instante.
-¡No hagas eso!- le ordeno con
voz potente, aún enfadado y reprendiéndolo cual padre a su hijo.
Por un momento Ancel se sintió
mareado, como si le hubieran exprimido toda la sangre del cuerpo de un momento
a otro, pero todo pasó cuando el hombre le arranco el collar con gran
facilidad, entonces el brillo cesó.
-Querida, mi niña…ya estás de
vuelta- susurró el hombre, incorporándose totalmente y girando para volver con
sus compañeras.- Tranquila, cuando llegue a casa te quitare esa suciedad de
piedra que te pusieron.
Ancel ya estaba en el suelo,
muy cerca de Emi y Kylie, quien sollozaba totalmente quieta y acurrucada en su
hermana. Otra explosión se dio, esta vez fue mucho menos potente y cuando Ancel
volvió el rostro vio a los tres salir por un hoyo en la pared.
-Gracias por devolverme a mi
hija- dijo al final el hombre.
Los gritos de sus amigos y
familiares lo regresaron a la realidad y no pudo pensar en otra cosa que
escapar de ahí, se levantó y tomo a Kylie en brazos, cargándola y los tres
salieron por el mismo agujero que los otros.
Sus amigos ya los estaban
esperando, su padre tomo a Kylie y estrecho a sus hijas contra sí.
-Mis niñas, mis bebes…-
susurraba Sihab.
Mientras tanto Ancel miraba a
todos lados, buscando a los extraños de negro, pero entre todo el humo y la
gente en la calles no podía distinguirlos con claridad, aunque estaba seguro
que eran las tres figuras que caminaban tranquilamente hacia una camioneta
parqueada más allá.
El joven intento correr, pero
la adrenalina ya había hecho todo lo posible y el ardor de las quemaduras se
estaba haciendo presente. Merrick lo cacho en el aire antes de que se
desvaneciera en el pasto
-¡No está usando piedras! ¡No
tiene nada!- dijo una voz femenina en su delirio, movió la cabeza hacia su
derecha para ver la camioneta, pero ésta ya no estaba, se sentía sofocado y
tenía los ojos llorosos.
-¡Maldito idiota imprudente,
si se duerme lo mato!- dijo otra persona.
-¡Ancel! ¡Ancel!- le llamaba
alguien familiar, y sintió el tacto de una fría cadena en su cuello y de una
mano en su pecho. No supo de quien era la voz, alzo la mirada y noto que el
cielo se movía rápidamente mezclándose con los rostros de Lixi, Johan, Merrick
y Gael.
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