Cuando
recobro el conocimiento seguía tendido en el pasto del jardín con las miradas
de sus amigos sobre él. Se incorporó pesadamente ayudado por Lixi y vio a Gael.
Así que no fue una alucinación.
-¿Gael?
¿Qué haces aquí?- dijo medio sorprendido Ancel observándolo
-Después
de dos o tres mini-terremotos no podía dormir, así que salí para ver si me
estaba perdiendo del fin del mundo.
-¿Y
Daniel?
-Ah,
tambien está por aquí, creo que con tu papá- contestó Lixi.
Cuando
Gael volteo, ella no pudo evitar bajar la mirada hacia sus brazos, ya que el
llevaba una camiseta de manga corta se podían ver las cicatrices en sus brazos.
Era la primera vez que lo veía así, tan demacrado y cansado, su cabello rubio
aún estaba disparejo y debido a esas cicatrices tenía la piel de un anciano en
algunas zonas.
El
rubio agradeció no estar usando pantalones cortos, si no, Lixi tendría algo más
en que entretenerse.
Pero
no era su culpa será tan obvia, lo mismo hicieron Johan y Merrick, pero de una
manera más discreta.
-Hola,
cuanto tiempo ¿eh? –le saludo Johan, estrechándole la mano y sintiendo la palma
lisa como una hoja de papel.
-¡Lo
sé! ¿Cómo ha ido todo?- contesto enérgicamente Gael, siendo él mismo.
-Disculpen
si interrumpo algo- dijo Ancel- ¿pero de quien es esto?- y señalo un collar de turmalina rosa enroscado en su
muñeca burdamente.
-Es
mía- reclamo Lixi
-Así
pudimos despertarte, porque…por alguna extraña razón no llevabas ninguna piedra
contigo- dijo Johan.
-¿No
llevabas ninguna piedra?- pregunto sorprendido Gael y no era para menos.
Para
un mago activo (es decir, uno que usa su magia constantemente), no llevar
piedras canalizadoras es como si el
tanque de oxígeno de buceador de pronto se queda sin carga. El humano puede
contener la respiración durante unos cuantos minutos y luego alcanzar la
superficie, pero si no lo hace muere.
En
el caso de los magos es algo muy parecido, de pasar a un estado mágico, (donde
todos los sentidos se agudizan y la magia corre por las venas) a uno letárgico
(donde solo se tratan de simples personas sin magia pero con la chispa dentro)
es algo doloroso, el proceso por el que pasan es parecido a ser electrocutado y
luego te hicieran tragar y escupir ácido. Primero sientes una gran carga en tu
cuerpo, eso es toda la magia que en ese momento corría por tu cuerpo y ya no
tiene como salir o como ser regulada y al no encontrar la salida normal,
comienza a fluir por todos y cada uno de tus poros, vaciándote por completo y
quemándote.
Algunos
magos no logran salir de eso vivos, pero se han encontrado casos
extraordinarios de gente que logra recuperarse y continuar con su vida como si
nada hubiera pasado.
-Creí
haberte dado un collar- le recrimino el rubio señalando su cuello casi
temblando.
-Lo
hiciste, pero justo cuando entre por Emi y Kylie estaba un hombre que me lo
quito y por eso quede así como estoy- intento explicarse.
-¿eso
es todo? – dijo Lixi medio desesperada- todo ese tiempo solo llegaste, te
robaron el collar del que habla Gael y saliste, ¿Sabes qué?, ¡no pasaste dos
minutos ahí adentro! ¡Fue casi una eternidad!-.
-Hubo
algo más ahí - apoyo Johan mirándolo como él podía hacerlo, con la autoridad de
un hermano mayor. Merrick no podía decir nada, no quería ponerse de ningún lado
al igual que Gael, quien apenas entendía lo que estaba pasando.
Ancel
comenzó a hablar por fin, no había ninguna razón para seguir ocultando lo que
vio y vivió. Les conto todo, el collar que le había regalado Gael, la visión en
la regadera, la persona que había salvado y que ahora estaba muerta, lo que
Daniel le conto acerca de la pelea en el bosque y el reciente encuentro con la
imitación barata del escuadrón del mal.
-Pero…
¿Por qué? ¿Por qué la piedra que te di?- pregunto Gael cruzando los brazos
exageradamente.
-Lo
mismo dije yo, en mi mente claro…-no hacía falta aclarar el miedo que sintió en
ese momento.
-Gael,
¿de dónde sacaste esa piedra?- pregunto Daniel que ahora estaba junto a su
hermano, su mirada había cambiado.
-De
la casa- dijo, totalmente casual.
-¡¿de
dónde?!- volvió a preguntar su hermano tomándolo por los hombros. En definitiva
había cambiado.
-Estaba
en un baúl de la sala, junto a las otras piedras decorativas, tome esa porque
era transparente y pensé que ya no…
Daniel
alzo la mano interrumpiéndolo.
-¿De
las cosas de mamá?- inquirió impaciente.
-No
sé, creo que si estaba a un lado de sus cosas- dijo Gael.
La
expresión de Daniel cambio radicalmente, gesticulaba de tal manera que parecía
querer estrangular a alguien y su rostro solo mostraba una combinación entre
miedo y coraje.
-¡¿CREES?!-
le grito a Gael enfrente de todos, incluso llamo la atención de Sihab y Amanda,
quien ya había despertado pero seguía en el césped.
Ancel
nunca había visto de esa manera de Daniel, nunca en todo el tiempo que llevaban
de conocerse. Él siempre había tenido la imagen del tipo duro que no se dejaba
llevar por cualquier cosa.
Daniel
se tranquilizó, respiro profundo y se disculpó con los demás por su repentino
ataque de nervios. Con todos menos con Gael, a quien siguió mirando fijamente.
-¿Tienes
idea de lo que has hecho?
-¡Tal
vez la tuviera si me explicaras de qué demonios hablas!- respondió alterado
Gael.
Los
otros tres no sabían que hacer pues se encontraban en medio de una pelea
familiar. Lo mejor era apartarse y dejar que ellos lo resolvieran a su modo,
como hermanos, pero Ancel sentía la necesidad de hablar, después de todo su
familia parecía estar más que involucrada en todo ese asunto.
-Daniel,
creo que es mejor que te calmes- intervino Sihab que hace un momento estaba
desentendido de la situación.
-¡Estoy
calmado!- rezongo Daniel quitándose la mano de Sihab del brazo y dando dos
pasos atrás.
Todos
guardaron silencio.
Hasta
que Sihab se acercó a él y le dijo casi en un susurro.
-Sé
cómo te sientes.
-No,
no lo sabes, no podrías saber-contestó Daniel, moviendo la cabeza de un lado a
otro a la par que sus aretes hacían lo mismo.
-No
podría, pero lo sé.
Daniel
alzo la cabeza y sostuvo la mirada de Sihab. Era una mirada tranquilizadora,
que te llenaba de sabiduría, como si solo el perderte en sus ojos pudieras
hallar la respuesta a tus problemas.
Ese
fue el sentir de Daniel.
Se
acercó a Gael y posando una mano en su hombro le dijo- tengo una historia que
contarte- y sonrió. Pero no era cualquier sonrisa, era algo que reflejaba
tristeza.
-Iba
a decir, vamos a casa- contesto su hermano- pero al parecer ya no tenemos-
señalando el final de la calle, el fuego de la explosión se había ido, no había
resultado tan afectada, pero por el momento no era habitable en lo más mínimo.
La
de él ni la de nadie, el fuego parecía poderoso, pues consumió en unos pocos
minutos la mitad de la casa de Ancel.
-Les
puedo ofrecer mi casa- dio Johan de pronto- hay suficiente espacio para dos
más.
Solo
dos más.
Como
el filo de un alfiler, el rostro de su padre paso por la mente de Gael.
-Pero
¿y papá?- pregunto al hermano mayor.
En
ese momento Ancel lo supo. Todos lo dedujeron cuando el rostro de Daniel se
crispó en una mueca de dolor y desviaba la mirada, solo para no decirle lo que
era obvio.
-¿Qué?-
pregunto inocentemente Gael, con la misma sonrisa alegre con la que te podía
preguntar qué hora era.
Pero
ahora, todo tenía sentido. ¿Cómo demonios no se le ocurrió antes? ¿Por qué no
lo había visto antes? ¿Por qué?
Ancel
no quería acercarse ni un milímetro más, pero sus pies se movían por si solos
hasta que estuvo frente a él. Las palabras no brotaban de sus labios.
-Tu
padre, era el desconocido que salvo Ancel- dijo por fin Sihab.
-Entonces…¡está
bien! ¿No? ¡Tú lo dijiste, lo salvaste!- pregunto Gael mirándolo aún sin
entender del todo.
“Lo
hice” pensó Ancel, “Lo hice, pero no sirvió de nada”, no quería decirlo ¿acaso
omitió la parte de la flecha en su relato? ¿Por qué Gael seguía con esa
sonrisa?
Para Gael el sonido pareció esfumarse,
solo venían los labios de Sihab moverse, tratando de explicar algo que no
entendía.
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