mayo 16, 2012

Capítulo 2: La verdad - Simulacro



 Al final de ese día nos separamos cerca de mi edificio y  cuando desperté, nuevamente era el mismo sábado de siempre ¿Cuántas veces tendría que repetirse Podía intentar un sinfín de cosas diferentes ese mismo día pero jamás podía pasar de ese día.

Algo que hacía sin falta era pasar a esa hora, por ese lugar y mirar a la chica esperar deseando que alguien más la ayudara pero todos la ignoraban y ella los ignoraba a ellos. Era una chica que no tenía vida en sus ojos y solo miraba, como siguiendo algo que sabía que ocurriría, pasar a las multitudes ¿Qué hacía ahí entonces si sabía que nadie la ayudaría? Estaba empapada y las gotas de lluvia hacían parecer que lloraba. Era como una estatua.

—Aún no se tu nombre y me parece que necesitas ayuda —me reprendí mentalmente por acercarme con tal familiaridad, había comprobado que la gente no me recordaba y yo era el único consciente de éste ciclo.

—Pensé que jamás volverías a hablarme —en cuanto le dirigí la palabra, la vida volvió a su rostro y se dibujo en él una sonrisa burlona— ¿Seguirás diciendo que no tienes otros motivos?

—Tengo uno —comencé a decir— preguntarte: ¿Por qué estamos atrapados en el último sábado de Julio? Las lluvias de agosto ya se vienen ¿por qué no elegir otra fecha?

—Tal vez te lo explique si me llevas a un lugar seco —alzó las manos y mostró como estaba escurriendo— ¿qué tal tu casa? — actuó un poco más amistosa ésta vez y, cómo no tenía a nadie más a quien pedirle ayuda, accedí a su petición.

—Sigues sin decirme tu nombre— recordé mientras caminábamos bajo mi paraguas— ¿Quieres que te diga nada más “chica” — dije para intentar racionalizar mi petición ante una chica que siempre buscaba razones. Buscaba razones al grado de ser irrazonable.

—¿Nombre? No recuerdo tener uno —ella miró a su alrededor—. Nadie se comunica, ella está interesada en él pero jamás le dirá nada— señaló a dos personas de un grupo de amigos—, ella es golpeada en su casa, el maquillaje se ha vuelto tan moderno que oculta heridas externas pero en su mirada se ven las del corazón.

Asentí y me pregunté como lo sabía pero no dije nada.

—Fui yo, así que no te preocupes, pero no recomendaría dejar esperando a una dama si realmente quieres aspirar a ser un caballero ¿Durante cuánto tiempo me dejaste plantada? Casi un mes, ya me siento vieja, mira que olvidar mi nombre…aunque tal vez nunca me haya gustado, no quiero recordarlo, tendré que conseguir uno nuevo.

—Lo siento —preferí abstenerme de comentar sobre su lógica de su nombre.

—¿Por qué? —nuevamente esa sonrisa que me daba ligeros arranques de querer golpearla— Hiciste lo que cualquiera, eres humano después de todo.

—Pero no lo correcto —añadí con el orgullo herido.
—¿Desde cuando es correcto meterte en los problemas de una extraña? —ella bufó y se rindió de hacerme cambiar de parecer acerca de mi estilo de vida— ¡Cómo sea! Tengo cosas más importantes en que pensar, como un nombre ¿Ayudarás? La verdad es que no recuerdo nada.

—Si no recuerdas nada, creo que el nombre es lo de menos —critiqué.

—Excepto cuando no —indicó sin hacerme mucho caso— ¿qué tal Virgilia? Seré  la que te enseñe lógica para salir de éste lugar.

—No me gusta —corté— demasiado presuntuoso, estás tan perdida como yo y además de todo  ¿Cómo recuerdas literatura pero no tu nombre?

La única respuesta que obtuve fue una encogida de hombros.

—Muy bien, pensaba ser Beatriz pero serías pésimo Dante así que me quedaré con Veritas y te abriré los ojos a la cruel realidad—anunció mientras señalaba dramáticamente.

—¿Por qué todos tus nombres son presuntuosos? ¿Por qué no algo sencillo como Isabel? —sentí cierta molestia al pronunciar ese nombre, era una molestia inexplicable.

—Sería una injusticia —explicó— podría llamarme linda y no lo sería ¿o sí? —lo último lo dijo en un tono juguetón, como mofa del cliché del tono seductor— Los nombres deben hacer justicia a las cosas, por ejemplo tu nombre es estúpido pero tú tal vez tengas esperanza ¿quieres otro nombre?

—No, gracias —repliqué.

—Por algo jamás dejarás de ser Isaías —se burló.

—No me interesa dejar de serlo —contrataqué— ¿qué me hace tan tonto a tus ojos?

No le di tiempo de responder, el deja vu me hizo entregarle el paraguas y caminar en dirección a mi casa.

—Ésta vez, sigue siendo mi dirección —me recordó y yo suspiré, regresé a su lado y ella enganchó su brazo con el mio.

—¿Qué tramas al establecer contacto cercano con una persona que te invita a su casa? —dije para intentar obtener una reacción.

—Abusar de tu bondad —y entonces recordé que era imposible vencerla en su propio juego.

—Eso no es lo suficientemente claro —bien, podría ser un Isaías por ser tan necio contra alguien aún más necio.

—Solo un lugar dónde secarme y pasar la noche, no te hagas ilusiones —refutó.

—¿Pasar la noche? ¿Por qué no en tu casa? —discutí.
—Sería mala idea ir ahí —se tornó seria de pronto— primero debería acabar la escuela de artes pero no es como si el tiempo fuera a avanzar de pronto.

—Y no tienes dónde quedarte —adiviné algo agobiado.

—Exacto —dijo sonriente— Afortunadamente un caballero heroico y estúpido cómo el solo, dijo que haría lo que fuera por una extraña en problemas —acarició mi brazo.

—Está bien pero buscarás alojamiento y trabajo lo más pronto posible —intenté no caer en su juego.

—Tal vez el domingo —se burló.

—¿Dónde están tus cosas? —pregunté. No tenía pinta de haber llegado hoy a la ciudad.

—¿Qué cosas? —preguntó haciéndose la inocente.

—¿Así que solo traes  la ropa que tienes puesta? —pregunté algo frustrado.

—Y algo de dinero —intento consolarme, no lo lograba.

—¿Qué estudias? —pregunté al supuesto borde de las lagrimas.

—Diseño —respondió.

—Al menos no fue fotografía —suspiré sintiendo un mínimo alivio.

La guie por los diferentes edificios que conformaban la zona de alojamiento por estudiantes y cerré mi paraguas al pie de uno de los edificios.

— Esa es mi habitación —Indiqué señalando una puerta en el segundo piso del edificio— puedes entrar a darte un baño, solo abre la puerta cuando termines para saber que puedo entrar.

—Si señor —después de imitar a un soldado me arrebató las llaves y se internó dentro de mi habitación.

Sería una temporada incómoda. Si es que el tiempo se dignaba a avanzar.

Aun así, las cosas ya no pintaban tan mal, al menos no era el mismo día aburrido y solitario que llevaba repitiendo dios sepa cuantas veces. Las cosas habían cambiado y parecía que para bien.

Veritas  era difícil de tratar, pero una persona divertida con quien conversar y que me ponía a prueba a cada segundo. Actuaba despreocupada por la realidad en general y era algo que apreciaba, tan bien me gustaría olvidar la situación en la que estábamos.

Después conocería a más personas que, como yo, estaban atrapadas en ese día o al menos eso era lo que pensaba.

1 comentario:

  1. Vaya, esto se esta poniendo confusamente interesante. Siempre tu fantasía urbana tiene que ser asi de una u otra manera, me gusta bastante. Y es que al final, siempre haces que todo encaje y es maravilloso XD

    Bueno, me gustan los personajes, en especial Isaias, creo que honestamente, yo trataria de hacer lo mismo que él. Me identifico. Ella en cambio, me huelo a que es una necia por que teme ser debil XD

    Y me gusta como esta narrado, es casi a base de dialogos, pero para como lo veo, lo que cuenta es entender a los personajes y lo que piensan, para así entender en que estan metidos.

    Solo señalaria que en la parte del nombre, cuando ella le dice que la dejo plantada un mes y demas, no se, creo que senti que estaba o fuera de lugar o que te comiste algun dialogo previo.

    En fin, esta bastante bien carajo, no tardes ya tanto en transcribirla XD

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